martes, 27 de septiembre de 2011

No recordaba que fuera artista

No recordaba nada, ni siquiera su nombre. Siempre llevaba consigo una libreta donde su esposa le había anotado lo más importante: su propio nombre, el de ella, su dirección, un informe sobre su estado de salud y sus tareas diarias. Leyó en diagonal acerca de su dolencia, algo sobre su memoria y que sus recuerdos desaparecían al cabo de una hora. Se rascó el cogote y miró el reloj. Tampoco recordaba estar casado, sin embargo, allí lo decía; ella se llamaba Lola Girón y él, Diego Velázquez.
Según le informaba su agenda, esa mañana debía ir al Museo del Prado. Formaba parte de su tratamiento: unas clases de artes plásticas impartidas por un especialista en enfermedades del cerebro. Terapia de creatividad cognoscitiva, había escrito la tal Lola.
Después de pasar los controles de la entrada, unas amables y sonrientes señoritas vestidas de rojo le ofrecieron un folleto: ‘Sea artista por un día’. Parecía divertido. Le solicitaron su DNI, apuntaron su nombre en un registro y le acompañaron a una gran sala. Le indicaron su tarea. Se trataba de transformar una escultura mediante las aportaciones de los visitantes; podía añadir o quitar lo que le pareciera. Tenía a su disposición martillos, cinceles, tornos de alfarero, aerosoles, navajas, paletas…; allí, en medio de la estancia había una… una… Diego supuso que aquella cosa sería la obra de arte.
Lo dejaron solo para que se inspirara. Sin duda un Diego Velázquez compondría una obra de arte maravillosa, le dijeron entre risitas. Diego titubeó durante unos minutos ante las herramientas. Al final optó por un martillo; se acercó a la estatua y machacó lo que parecía ser uno de sus pies. Lo hizo dedo a dedo, despacio, con una gran concentración. Después pensó que un pie destrozado a martillazos debía sangrar, así que cogió un aerosol de pintura roja y lo vació sobre la extremidad mutilada. Dio unas cuantas vueltas alrededor de la imagen y estudió el efecto. No estaba nada mal. Se sentó en una butaca y se dedicó a contemplar su creación. Al cabo de un rato, Diego miró el reloj y se preguntó qué sería aquel lugar en el que se encontraba. Consultó su libreta. Según alguien había escrito allí, debía de estar en un museo, aunque aquella sala más bien parecía el taller de algún chapuzas. ¿Sería su taller? Volvió a hojear la agenda. Los miércoles tenía su sesión de creatividad cognoscitiva. Se rascó la cabeza. Por si acaso se guardó en los bolsillos un par de espátulas y unos botecitos de pintura.
Por fin, Diego salió del taller; las dos jovencitas interrumpieron su animada conversación y le despidieron con un aleteo de manos. Comenzó a pasear por una larga galería repleta de cuadros muy bien pintados, eso tenía que reconocerlo. Los de la terapia cognoscitiva aquella de marras eran unos artistas de verdad, sí señor. Al cabo entró en una gran sala con unos enormes lienzos colgados; echó mano a la libreta y consultó qué debía hacer en aquella sesión. Ojeó las plaquitas que había debajo de cada uno de ellos y comprobó la agenda. Él se llamaba como decía la plaquita del más grande de todos. En realidad aquella pintura estaba ya muy bien creada, de una manera muy cognoscitiva, pero si había que cambiar algo, pues nada, se cambiaba. Todo fuera por su salud. Se decidió enseguida. Los ojos de la enana al lado del perro estaban muy separados.
Se notaba que el último día de terapia le había faltado la inspiración. Sacó una espátula del bolsillo y comenzó a rascar la pintura en aquella parte del lienzo. Sí, aquello ya era otra cosa, esta cara estaba mucho mejor. Justo en ese instante, unos energúmenos se pusieron a gritar; casi seguro que serían del grupo de los oligofrénicos. Giró la cabeza y vio que se le echaban encima; sus bocas abiertas babeaban entre alaridos; las aletas dilatadas de sus narices mostraban pasajes oscuros y viscosos; sus cejas se elevaban hasta convertir sus frentes sudadas en trapos mojados. Se defendió como pudo, a puñetazos y chorros de pintura roja. En el revuelo pudo ver cómo un tremendo manchón colorado cubría de pies a cabeza a la niña en el centro del cuadro. ¡Su obra! Qué pena, le había quedado tan natural, tan… menina. Quizá en la próxima sesión podría repararlo.

Publicado en el periódico EL CORREO (y otros diarios del grupo Vocento) el día 06/08/2011. Copyright by Belidor

sábado, 24 de septiembre de 2011

Materia al contado



¿Te cuento algo, chato?

Las lectoras de la Materia

Contando la Materia

El Caballero de la Mano en el Pecho

Hace muchos años que escribo un diario, más de los que me gusta recordar. Ahora uso una libreta negra de cantos dorados y páginas rayadas con una cinta de seda blanca para marcar el último pensamiento. La compré en Nueva York. Siempre escribo con pluma. Mont Blanc, por supuesto. Hace un tiempo tuve una novia que registraba armarios y cajones tratando de encontrar mis diarios. Nunca los halló. No había leído a Poe. Si lo hubiese conseguido quizá me habría amado más… Quizá me habría amado. Alguien dijo que cuando escribimos un diario estamos creando un personaje. En un diario jamás somos francos; el pudor, la vergüenza, el miedo nos alejan de la sinceridad. Tiendo a estar de acuerdo. Ahí, escribo palabras mudas, sordas y ciegas que quedarán para siempre encerradas en páginas del color de los huesos, entre tapas de cuero. Sin candados. No hacen falta. Pero no todas las palabras sufren tan cruel destino. Las de “Materia al contado” han escapado de su prisión. Saltaron desde los labios de Elisa, Joaquín, Edurne y Ana. Corrieron hasta nuestros oídos, se hicieron manos que volaban en el viento, ojos que destellaban entre lágrimas, labios que reían cacareos, almas que se adentraban en el paraíso de los cuentos. ¿Cuál es la materia de los sueños? Sueños de papel. Vale.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Por el aguijón de la vida






Todo fue penitencia..., o casi...









Una tarde parda y fría (*)

Una punta de lluvia entró en el alma rala

Floreciendo el barro reseco de tu alma

En estatuas de sal

Acaso sin pecado

Quizá de una inocencia con el brillo del metal

Quizá, quién lo sabe, del amor

Floreciendo el barro reseco de tu alma

En una trepadora cerrada al vacío

Viviendo en una clorofila descarnada

Muriendo por el aguijón de la vida

(*) Verso de Antonio Machado


LTLG
Zaratan, 04/09/2011




sábado, 17 de septiembre de 2011

Presentación de "Materia al contado"

El próximo miércoles, día 21 de septiembre de 2011
a las 19h,
en la Casa del Libro
(Alameda de Urquijo, 9 - Bilbao)
presentación del libro
Materia al contado
del
Taller de Escritura Creativa Alfa

Presentarán el acto Ana Belén Alonso, coordinadora del Taller; Juanma Jubera, periodista de Radio Popular; Joaquín Ponte, cuentacuentos del colectivo "Alabazan".

domingo, 11 de septiembre de 2011

jueves, 1 de septiembre de 2011

V Viaje Literario de La Tertulia de La Granja



V Viaje Literario de LaTertuliadeLaGranja
2/3/4 de septiembre de 2011
Destino: Tierra Incógnita, Cadavérica y Exquisita

Pronto podréis paladear los productos de su cocina...
Paciencia...
La cocción es lenta...


La tertulia de La Granja es un encuentro en el bilbaíno café La Granja de un grupo de amantes de la literatura, de formación intelectual, ideología y gustos literarios muy variados y distintos. Se trata de una cita con la narrativa de todos los tiempos, a la que los tertulianos acuden con el propósito, por un lado, de analizar desde distintas perspectivas todos los aspectos y pormenores relativos al autor y al libro propuestos por uno de ellos y, por otro, realizar un debate acerca de las ideas más relevantes expuestas en dicho libro.
La tertulia de la Granja es como Venecia, bella y decadente.