tag:blogger.com,1999:blog-1810965533197628242.post4579821979843084325..comments2020-01-05T13:24:34.351+01:00Comments on Belidoria: ... de FlaubertBelidorhttp://www.blogger.com/profile/02795915209847324000noreply@blogger.comBlogger2125tag:blogger.com,1999:blog-1810965533197628242.post-80903725635502624612009-11-04T11:54:30.917+01:002009-11-04T11:54:30.917+01:00Yo creo que fue el salchichón.Yo creo que fue el salchichón.Belidorhttps://www.blogger.com/profile/02795915209847324000noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-1810965533197628242.post-9379631212760490432009-11-04T08:31:06.535+01:002009-11-04T08:31:06.535+01:00Sr Belidor, escuche por favor...
Ultimas palabras...Sr Belidor, escuche por favor...<br /><br />Ultimas palabras (Juan Bas)<br /><br />La reciente festividad de Todos los Santos me invita a hacer un poco de humor -negro, claro- a cuenta de la muerte -si total, no es más que un mal rato- o, mejor dicho, de los muertos, ya que suele considerarse que la diferencia entre el humor negro inglés y el español es que aquél se ríe de la muerte y éste de los muertos.<br />Para dar unas pinceladas de chacota con tan lúgubre tema siempre vienen bien las últimas palabras, las que se balbucean en el lecho de muerte. Entre las muchas y conocidas frases sepulcrales brillantes -ha surgido en Internet una nueva red social, Deathbook, que permite seguir dando la murga después de muerto-, me quedo con tres por la clarividencia y escepticismo de la primera, la campechanía de la segunda y el humorista hedonismo de la tercera.<br />El anticlerical y librepensador boticario riojano Salustiano de Orive hizo su fortuna en Bilbao, después de la Segunda Guerra Carlista, cuando inventó y patentó el hallazgo de su vida profesional: un refrescante elixir dentífrico al que puso el nombre comercial de Licor del Polo. Ahora es propiedad de la empresa Schwarzkopf & Henkel, de Düsseldorf.<br />Pues bien, en su lecho de muerte, las últimas palabras del boticario Orive fueron éstas: «No creo en Dios ni en el Licor del Polo». Cuánta humildad, que no reconocimiento de fraude. Una admirable declaración de principios para irse a la nada ligero de todo equipaje. Las mortajas no tienen bolsillos.<br />Orive estuvo a punto de superar la talla de las palabras de Paul Claudel, que no entendía muy bien de qué se moría y lanzó una postrera pregunta no se sabe si a sus familiares o al más allá: «¿Habrá sido por el salchichón?».<br />Y esta última anécdota de presencia de ánimo ante la muerte, que me contaron hace poco unos amigos, me encanta por el amor a la vida que conlleva. La protagonizó -la vida es una película que siempre termina mal, se muere el protagonista- el músico guerniqués Segundo Olaeta, que a punto de entregar la cuchara se puso a decir con afán: «Clicquot, Clicquot, Clicquot». Sus deudos creyeron que en el delirio agónico remedaba el tic-tac de un reloj a punto de pararse por aquello de 'vulnerant omnes, ultima necat' -todas (las horas) hieren, la última mata-. Y no, qué va, nada más lejos; lo que demandaba don Segundo, gran amante del champán, era una botella de Veuve Clicquot, su marca de cabecera, nunca mejor dicho. Atendida su última voluntad, el agonizante bebió, eructó mansamente y expiró.<br /><br />A mí me ha hecho reir y ¿a usted?El maestresalahttps://www.blogger.com/profile/02024874583519878094noreply@blogger.com