domingo, 27 de junio de 2010

jueves, 24 de junio de 2010

Oscuridad


Me acusabas hoy de mi silencio y he de reconocer que es así. Últimamente no me he prodigado demasiado, no voy a excusarme; supongo que no tengo nada que decir. El país se cae a pedazos y creo que a mi me sucede lo mismo, no sé si a causa de lo anterior o sin que tenga nada que ver. Me inclino por la segunda opción, aunque la primera está acelerando la apatía y la tristeza de alguna manera. Cuando llego a casa me siento en el sillón de orejas y me quedo contemplando la puerta de la sala y mi reflejo en sus cristales. Entonces sólo veo a un tipo cansado, aburrido, hastiado, asqueado, un individuo al que le da nauseas su propia imagen. Cuando ya no soporto más la visión de mí mismo, me dedico a vagar por la casa sin encender las luces, en la penumbra interminable de estos atardeceres de primavera. Espío la rutina doméstica de mis vecinos y me doy cuenta de lo vacía que está mi vida, tanto que ni esos hábitos diarios y relajantes he sido capaz de crear. Los días son muy oscuros. No hay azul en el cielo ni en mi interior. Ahí es todo gris también, monótono, plano. La ilusión se ha desprendido de sus ramas y se pudre a los pies de este árbol desnudo que debo ser yo. Toda esta planicie mental, anímica e intelectual se ve aderezada por una incongruente irritabilidad que me desasosiega. Nada me interesa, nada me importa, pero todo me afecta, me enfada, me corroe, me indigna hasta que consigo dominar mi furia y me digo a mí mismo esa frase talismán, quizá mantra que una vez me regaló un viejo amigo, "no hay nada demasiado importante". Su traducción es sencilla: no hay nada lo suficientemente importante que deba desviarnos del objetivo de nuestra vida que no es otro que vivir. Vivir, así de sencillo. Sin embargo, cada vez que me recito esas palabras y pienso en su significado me encojo un poco más. Al final he llegado a la conclusión de que no sé vivir y esto es algo que me asusta porque, además, me doy cuenta de que tampoco tengo voluntad para aprender. Quizá venga de ahí esa susceptibilidad; cuando uno no vive, lo nimio se transforma en esencial.
Son tiempos oscuros, y cada día me lo parecen más y más. Aún me queda una esperanza, mínima, de que el sol me acaricie, a pesar de todo. Pero sus rayos son esquivos y en mi lado de la vida sólo hay sombras.


martes, 22 de junio de 2010

... de Martin

"[...] Se llama Sueño del Fevre.
El visitante que más frecuenta la tumba suele tocarlo como si fuera un amuleto.
Es curioso, pero siempre acude de noche".

George R. R. Martin

miércoles, 16 de junio de 2010

Apocalipsis húmedo


Llueve, llueve y llueve. Más de dos semanas viendo una enorme panza de burro sobre nuestras cabezas. Esta mañana, la cubierta metálica de la estación de Abando acallaba el chirrido de los trenes con su indignado tableteo, harta ya de del castigo húmedo de tantas horas. En el exterior, las nubes se descolgaban desde el cielo y se arrastraban por las laderas de los montes hasta el fondo de los valles; el mundo se ha llenado entonces de sombras pálidas que deambulaban en la blanca oscuridad; éramos nosotros, mal sintonizados, borrosos, disueltos, sólo agua con una forma vagamente humana.
Dicen que el cielo es azul, pero ya nadie lo recuerda.
La vida es un charco.


martes, 15 de junio de 2010

La Información


"Siento que de noche las ciudades contienen hombres que lloran en sueños y dicen Nada. No es nada. Sólo sueños tristes".

Martin Amis

jueves, 10 de junio de 2010

Abro los ojos...

Abro los ojos, y el cielo aún está oscuro.
Una sombra se levanta de mi cama. Pero no puede ser, porque he dormido solo.
Se gira y veo su rostro, y soy yo. Pero no puede ser, porque aún sigo acostado.
Se sienta en el alféizar de la ventana, me mira y se disuelve en la noche.
Ya no veré amanecer.

viernes, 4 de junio de 2010

martes, 1 de junio de 2010

Demencia


"Dios ha enloquecido la sabiduría del mundo y se progresa en plena demencia".

Juan Larrea