lunes, 31 de agosto de 2009

Testamento de Mario Benedetti


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"Es evidente que Dios me concedió un destino oscuro. Ni siquiera cruel. Simplemente, oscuro. Es evidente que me concedió una tregua. Al principio, me resistí a creer que eso pudiera ser felicidad. Me resistí con todas mis fuerzas, después me di por vencido y lo creí. Pero no era la felicidad, era sólo una tregua. Ahora estoy otra vez metido en mi destino. Y es más oscuro que antes, mucho más."

Mario Benedetti

domingo, 30 de agosto de 2009

Alpujarra /y 5


Paco pide otro tinto de verano. Os voy a contar el final de la historia de la última reina de la Alpujarra, dice sin mirarnos. Manuel me da con el codo. Yo meneo la cabeza.

Se llamaba Morayma y era la esposa de Boabdil. Murió un año después de abandonar la Alhambra, de pena. De pena. Fue la reina de la Alpujarra durante un año. Un año de melancolía. Y de llanto. Paco baja los párpados como si reprimiera él mismo las lágrimas. Miro a Manuel y se encoge de hombros.

Munkar y Nankir, los ángeles de la muerte, ordenaron a Boabdil dónde debería ser enterrada, aquí, en su reino. Él quería partir hacia Fez con su cadáver. Sin ella, cuando el sol caía al otro lado de las cumbres, rodaba por las laderas y se hundía en el barranco de Poqueira, sólo quedaba en la Alpujarra la tristeza de Boabdil y Boabdil no quería ser rey de la tristeza.

Los ojos de Paco brillan. No sé si está llorando o es el reflejo de las estrellas. Manuel le pregunta  en un murmullo dónde está la tumba de Morayma.

Yo cerré la luz de su risa, y con ella la luz de la luna, y las estrellas, y las cumbres, y los valles, dice Paco. Mira a algún punto a mis espaldas y susurra, ellos lo saben. Yo prefiero no volverme.

Ella se quedó en el cielo. Boabdil bajó a la Tierra, a buscar la muerte. La muerte...

sábado, 29 de agosto de 2009

Jaraíces, carros, bombos y gañanes /y 3

"Plinio y don Lotario, aburridos de la tarde, con el otoño pegado a sus espaldas y las hojas secas entre los pies, echaron hacia el cementerio."
Francisco García Pavón

Rebinatorio (el semblante) pesquisición
jeme
la_canal_maestra tremendona
companaje
...

... labios cobardes...
... siempre cobardes...

Gracias, Don Francisco.

viernes, 28 de agosto de 2009

Unter den Linden /2


Bajo los tilos con un refresco sobre la mesa. En la de al lado se sienta una pareja rubia, ingleses tal vez. Ayer por la noche también estuvimos uno al lado de los otros, en Bubión, en otra plaza, a los pies de otra iglesia. Ella me sonríe. Él va sin afeitar.

jueves, 27 de agosto de 2009

El lagarto de Urueña

Te espero a ti, mujer, en este parque, (*)

Como espero el amor en otoño,

Que se marchen las flores y se lleven mi soledad,

Soledad deseada y nunca marchita,

Eterna soledad de latón y terciopelo,

Quieta como el aliento inmóvil de los muertos,

Definitiva como un epitafio.

 

(*) Primer verso de “A la música” de Blas de Otero

Urueña

9-9-2007

LTLG

miércoles, 26 de agosto de 2009

Alpujarra /4


Mañana temprano me voy a bajar al huerto, me dice Miguel. Si me acompañas, te regalo unos tomates.

Si no se los han comido los jabalines, bromeo.

Me voy a comprar una ballesta.

¿Dónde tienes el huerto?

Abajo, muy abajo, allá por Pampaneira, responde Miguel. Un paseo.

A la ida. Y un calvario a la vuelta, apostilla Manuel.

Paco regresa de su interior, apura su tinto de verano y dice, sí, muy abajo, allá en la Tierra. Suspira y cierra los ojos. Aquí los muertos siempre se quedan en el cielo. Yo sé dónde moran Munkar y Nankir, los ángeles de la muerte. Ellos examinan los actos de nuestra vida a los pies de la tumba. Y deciden el destino de nuestras almas. A los pies de la tumba.

Manuel se inclina hacia mi hombro y me susurra, ahora nos contará la historia de la última reina de la Alpujarra.

Miro hacia atrás, hacia el barranco y su negrura, y me vuelvo a acomodar, muy despacio. Hago como que no he visto a Munkar y su compañero Nankir.

martes, 25 de agosto de 2009

Alpujarra /3



Miguel se cruza de piernas, mueve una mano como si estuviera talando y dice, aquí no se vive bien si no eres de la tierra. Este invierno ha nevado seis veces. Su copa está casi vacía, son las tres de la madrugada. Mira hacia las estrellas y se pone a contarlas. En la iglesia no nevó, dice cuando se cansa. Aquí estamos más cerca del cielo.
¿Y cuando nieva qué hacéis?, pregunto. Mi copa también está vacía. 
No salimos de casa, responde Manuel. 
Aquí arriba no podemos morirnos, cuando nieva, asegura Miguel. Los que viven cerca de la iglesia sí que se mueren. Me mira y se apoya sobre el brazo de la silla. Entonces, ¿les vas a llevar unos ajos a mis parientes? 
Manuel se sonríe y se encoge de hombros, y yo le contesto a Miguel que bueno.

lunes, 24 de agosto de 2009

Alpujarra /2



Me dice Manuel que allá donde señalo, un punto brillante en la oscuridad, cerca de la cumbre, vive Matías, el pastor. No, eso es una estrella, repone Paco. Matías vive más arriba.

Llega Miguel y se sienta con nosotros. Son las dos de la madrugada. El aire huele a laurel, higueras, y manantiales. Cada noche, los jabalíes se me comen una mata tomates, nos cuenta. Descansa en la silla y mira al cielo. Cada noche.

Abajo, muy abajo, en el fondo del barranco, las luces de un coche se mueven despacio. Paco apunta con la barbilla en su dirección. Está lejos, le digo. ¿Cuánto tardará en llegar hasta aquí? Lo que se tarda en llegar al cielo, me responde.

 

domingo, 23 de agosto de 2009

Alpujarra /1


En el cielo, negrura punteada de estrellas. 
Al otro lado del despeñadero, en la pendiente, unas minúsculas luces amarillas, distantes, aisladas, brillan en un lugar imposible. 
A este lado de la tierra hendida, pueblos blancos se deslizan por las laderas de las montañas y tratan de sujetarse con dedos de uñas negras y romas. 
Las iglesias se balancean al borde de la nada. 
Ancianos de luto, amarillos, distantes, aislados caminan por cuestas y pesadillas blancas.
Las nubes fluyen por el fondo de los barrancos y los muertos yacen alineados con el filo de las cumbres.

sábado, 22 de agosto de 2009

Unter den Linden /1


Bajo los tilos. Una anciana menuda y vestida de negro renquea por una pendiente imposible. Se apoya en un bastón. Avanza con parsimonia, muy despacio, tiene todo el tiempo en sus arrugas. Cuando llega bajo el tilo, observo sus orejas, sus dedos, sus muñecas. Pendientes, anillos, pulseras, todo es oro. Lleva su melena blanca recogida en una cola de caballo. Se sienta en una mesa, pide un café con leche y lo toma con parsimonia, muy despacio, tiene todo el tiempo en sus arrugas. Me la imagino joven y por un instante desearía ser un anciano en Capileira. 

viernes, 21 de agosto de 2009

... de Dickens


Ningún hombre sabe, hasta que llega el momento, qué profundidades hay en su interior. Para algunos hombres no llega nunca; dejémoslos descansar y demos gracias. Para mí, tú la has traído, tú la has forzado, y el fondo de ese mar embravecido se ha alzado desde entonces... Te amo. Lo que quieren decir otros hombres cuando usan esa expresión no lo sé; lo que quiero decir yo es que estoy bajo la influencia de una atracción terrible, que he resistido en vano y que me domina. Puedes arrastrarme al fuego, puedes arrastrarme al agua, puedes arrastrarme a la horca, puedes arrastrarme a la muerte, puedes arrastrarme a todo aquello que siempre he evitado, puedes arrastrarme a cualquier peligro y cualquier desgracia. A eso y a la confusión de mis pensamientos, que es tal que no valgo para nada, es a lo que me refiero cuando digo que eres mi ruina.

jueves, 20 de agosto de 2009

La certidumbre de la sepultura

"Lo que debes preferir a todo lo demás es no haber nacido"
Sófocles

La taberna del viejo Stavanger era refugio de borrachos y vencidos. Los que estuvieron alguna vez en ella afirman que allí todo olía a fracaso. El adobe de las paredes y  la hoja ondulada del techo amanecieron entre las ruinas de una guerra olvidada. La barra desde la que el viejo Stavanger proporcionaba olvido a cambio de unas pocas monedas era un mosaico de residuos, brotados en vertederos de ciudades que ninguno de sus clientes llegó a visitar. Sobre el suelo de tierra apisonada se hundían las mesas, las vidas; y de él nacía la certidumbre de la sepultura.  La luz triste de unas bujías rasgaba la penumbra perpetua del galpón.


miércoles, 19 de agosto de 2009

Algo más de color

Organizatrix dixit.

Sin comentarios...

martes, 18 de agosto de 2009

El gato de Covarrubias /y 2

Si en el crepúsculo

El sol era memoria

Ya no me acuerdo, (*)

Mi vida es,

Un cuerpo desnudo,

Expuesto a la tarde,

En la solana tumbado sobre la hierba de la vida,

Mirando el sol, ciego de paz,

Haz de trigo, mies real,

Aventúrate, el futuro está ahí,

Abierto como el corazón de una granada,

Rojo de sangre, turbia de vida,

Ahíta de silencio, vacía de finales.

 

(*) Haiku  de “Rincón de Haikus” de Mario Benedetti

Covarrubias

6-9-2008

LTLG

lunes, 17 de agosto de 2009

La muerte de las ciudades

¿Regresará Dios cuando su creación esté destruida?

Elías Canetti

Al otro lado de la puerta se ocultaba un cielo negro perfilado por los dientes podridos en que se habían transformado los edificios de la ciudad.

La mitad de la habitación había desaparecido, en la otra aún dormitaban los rescoldos de los incendios. Allí también olía a sudor rancio. El fuego parecía haber reducido el tamaño de todo lo que quedaba. Una cómoda, una pintura de la que se habían borrado las montañas y las nubes. La cuna pegada a la pared.

Había un cuerpo en aquella cuna, pero su hijo ya no estaba allí.

En una esquina de la habitación, asomado al precipicio de escombros que había más allá,  el armario seguía intacto. Sacó una maleta y la llenó con lo único que ya era importante para ella.

domingo, 16 de agosto de 2009

Escribir escribir escribir



¿Por qué el semen azul de mi bolígrafo sólo engendra negrura?






sábado, 15 de agosto de 2009

La verdad sobre Sancho Panza


"Sancho Panza, que por lo demás nunca se jactó de ello, logró, con el correr de los años, mediante la composición de una cantidad de novelas de caballería y de bandoleros, en horas del atardecer y de la noche, apartar a tal punto de sí a su demonio, al que luego dio el nombre de don Quijote, que éste se lanzó irrefrenablemente a las más locas aventuras, las cuales empero, por falta de un objeto predeterminado, y que precisamente hubiese debido ser Sancho Panza, no hicieron daño a nadie. Sancho Panza, hombre libre, siguió impasible, quizás en razón de un cierto sentido de la responsabilidad, a don Quijote en sus andanzas, alcanzando con ello un grande y útil esparcimiento hasta su fin."

La verdad sobre Sancho Panza

Franz Kafka

Sancho Panza garabateaba signos indescifrables sobre un infolio en blanco, cuando Don Alonso surgió de entre las sombras que espesaban el cuarto; se le acercó y trató de leer por encima de su hombro.

—¿Qué escribes, amigo Sancho, si tú jamás dominaste el arte de colocar una letra al lado de otra?

Sancho levantó la cabeza de los papeles y le miró con ojos nublados.

—Sí que conozco el arte que mencionáis, Don Alonso, que el cura me lo enseñó en pacientes horas del atardecer y de la noche. Y ya que lo preguntáis, escribo sobre gigantes, mi señor.

—¿Sobre gigantes? —se sorprendió Don Alonso—. ¿Cuáles gigantes, Sancho?

—Los que vuestra merced habrá de matar, mi señor.

—¿Y dónde se esconden esos desaforados gigantes, cobardes y viles criaturas? —preguntó burlón el aludido.

—No se esconden, mi señor. Que en verdad se pavonean y agitan sus brazos allá por las tierras de La Mancha. Y son grande peligro para los viajeros, quienes sufren de sus feroces ataques cuando por aquellos lugares dan en pasar.

Don Alonso disimuló una sonrisa triste y meneó la cabeza. Acercó una mano al hombro de Sancho, pero la dejó caer sin llegar a tocarlo. Por fin dijo:

—¡Ay, Sancho! ¡Que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento!

Sancho frunció el ceño, se encogió de hombros y regresó a su tarea. Pensó que Don Alonso estaba loco.

...desde La Mancha...

viernes, 14 de agosto de 2009

¿Por qué en mis fotos jamás salen personas?

No hace mucho oí a alguien decir que lo peor de este mundo son las personas.
Por eso cada vez me gustan más los perros... Aunque se caguen en la playa.

jueves, 13 de agosto de 2009

Jaraíces, carros, bombos y gañanes /2

"... sin un entrecejo para el dolor ajeno."
Francisco García Pavón

Combrebaje
Ajilimojili
Mollete
Tardear batutear (los cigarros) parlisuspirar
ensimismero nocherniego albéitar asura pistonear (el llanto) 
pechos altozanos
zampancias cucharear alcagüetes (un pataco)
casinear barear falín pernear placero solespones cigarrear

... labios cobardes...

Parlisuspiro de mi tristeza... Cuchareo en mi soledad... 
Tu ausencia, el silencio de tu risa
Tu dolor me da esperanzas
Mi entrecejo es para un hasta nunca, es para mi dolor

... labios cobardes...

miércoles, 12 de agosto de 2009

Amor en estado gaseoso


Por fin puedo liberar mi esencia ante su hermosura. Mi sustancia interior se hace gas, escapa rauda por mi boca, y a través de aquel tubo anaranjado, alcanza la libertad. Fluyo y la contemplo. Ya sólo un último destello de pasión y después moriré feliz. Me da fuego y ardo de amor por ella. 

martes, 11 de agosto de 2009

Y la noche, el silencio para siempre


Al oír su propio nombre en los labios de aquel individuo, una marea de terror ascendió desde sus entrañas y anegó su embriaguez. Imágenes olvidadas regresaron para zamarrear su conciencia. La orden del estanciero Urbina cargada de advertencias y rencores, una tarde de tormenta; los proyectiles hiriendo con su sonido metálico el tambor del revólver; el piafar nervioso de los caballos; una galopada a través de la noche y la lluvia; sus labios repitiendo durante horas un nombre, el de aquél que había de morir; su corazón helado, muerto ya antes de encararse con la víctima; su sangre convertida en lodo que le atoró los sentidos, que espesó el tiempo, que amortiguó el último latido desesperado de su dignidad; el rostro de Martín pintado de sorpresa al adivinar a su propio padre más allá del orificio negro que estaba a punto de llevarse su existencia; la pregunta tranquila, “¿Por qué, padre?”; el sonido de su voz rígida al responder, “Porque lo ordena el patrón”; la pregunta de Martín, resignada, que era más afirmación que duda, “¿Y con eso le basta, padre?”; “Con eso me basta, Martín”. Mientras, los párpados de su hijo ocultando el reflejo curvo de la miseria; sus ojos cerrándose, y la oscuridad surgiendo de la trinchera de su propio quebranto. Mientras, el gatillo cubriendo la distancia de una vida; la detonación, el olor acre de la pólvora y el cuerpo de su hijo cayendo sobre un lecho de fango; y la noche, el silencio para siempre.

lunes, 10 de agosto de 2009

¿De qué color son las lágrimas de Dios?

Por fin, la galería por la que camina desemboca en el exterior. El cielo es negro. No hay estrellas, ni luna. El silencio, el mismo silencio que le ha acompañado desde que despertó, se abraza ahora con la oscuridad. Ambos le penetran a través de la piel y ahora en su interior sólo hay negrura y silencio. Comienza a llover. Las gotas que le golpean son negras y caen en silencio. Quizá sean las lágrimas de Dios.

domingo, 9 de agosto de 2009

El gato de Covarrubias /1

Aquella esperanza que cabía en un dedal, (*) 
No era tal, 
Sino un vientre de nube al que mirar, 
En su parto de tormenta, 
En cielos preñados de gritos y violencia, 
Los muros destilan sangre y muerte negras, 
Nada grave, 
Un incierto pasar sin posible redención, 
Que refracta en el azogue del absurdo, 
Y contempla el revés oscuro de su alma, 
Quizá tú estés allí desde el principio.

(*) Primer verso de “Sueldo” de”Poemas de la oficina (1953-1956)” de Mario Benedetti

Covarrubias 
6-9-2008 
LTLG

sábado, 8 de agosto de 2009

Lo que pesa la muerte

Se sorprendió del temblor de sus dedos mientras hacían girar la rueda del dial. Ayer aún no se rebelaban con espasmos inútiles, hoy sus manos habían decidido extraviarse en medio de la niebla, la oscuridad y la derrota que se iban filtrando en su cuerpo desde aquel atardecer, cuando abrió la puerta del dormitorio y encontró a su mujer derrumbada sobre el alféizar de la ventana con la mitad de su cuerpo colgando en el vacío, como si en medio de su carrera por escapar del dolor hubiera desfallecido y la muerte la hubiera sorprendido unos segundos antes de que ella misma se lanzara en su busca.

viernes, 7 de agosto de 2009

Barataria. Literatura en La Granja

"—¿Y dónde está esa ínsula? —preguntó Ricote. 
—¿Adónde? —respondió Sancho—. Dos leguas de aquí, y se llama ínsula Barataria. 
—Calla Sancho —dijo Ricote—, que las ínsulas están allá dentro de la mar, que no hay ínsulas en tierra firme.”
Cervantes

Tal vez tuviera razón Ricote, quizá las ínsulas están allá, dentro de la mar. Pero, ¿acaso la fantasía y la inocencia de Sancho no son mucho más atractivas que el pedregoso realismo de Ricote?
Barataria no es una ínsula perdida en el mar; está en tierra firme, está a dos leguas de ti, esperándote. Te tendemos un puente para que la visites, para que nos conozcas, para que compartas tu tiempo con nosotros. Somos sus habitantes, las frutas de la imaginación de los hombres, las historias que fluyeron de los manantiales de sus corazones, los versos que acariciaron sus frentes en lejanas tardes de estío, las adivinanzas que ocultaron en laberintos ocultos en valles perdidos. Somos los habitantes de Barataria y queremos que tú seas nuestro Gobernador.

jueves, 6 de agosto de 2009

Sin rumbo

Fueron muchas horas de vagar por las calles oscuras de la ciudad. Su mente era un escenario negro y sobre él figuras grises se desplazaban sin rumbo. Bebió, bebió mucho, bebió hasta que las figuras grises se hundieron en un mar de terciopelo, negro, y entonces la bruma de su interior se fundió con la noche.

martes, 4 de agosto de 2009

Un último sorbo al café, ya frío, siempre frío

"I couldn’t unfasten her safety belt..."
Chuck Berry 


No tengo ningún lugar al que ir, ningún lugar que me ayude a afrontar la tediosa y amarga rutina de una vida que ya sólo es barro; ningún lugar salvo esta pequeña cafetería nublada de humo gris, habitada siempre por los mismos clientes grises y anónimos.

Jaraíces, carros, bombos y gañanes /1

"-¿Y qué motivos tenía para suicidarse?
-Los que todos tenemos. Ya estaba harto de ver caras."
Francisco García Pavón

Finisbarriga caletre cucharillear 
suavona (la vida) apingotado (el muerto) 
monosilabear bacinear 
cibantos (de la vereda) listeza 
la_llanura_parecía_un_braserón_de_luces_rojiponientes
bacín_y_desocupado_merodeante catral (el cabreo)
fichoteo de dominoses y aljedreces

... labios cobardes...

Yo también estoy harto de ver caras

domingo, 2 de agosto de 2009

Comiendo cristales

"Me llamaron loco y yo les llamé locos; 
y entonces, maldita sea, me ganaron por mayoría."
Nathaniel Lee


... estaba harto de ver siempre el mismo muro de ladrillos en la ventana de mi habitación... Destrocé el cristal y me lo comí, y el muro desapareció...

... en esta celda no hay ventanas...

Volvió una noche

Cuando ella se fue, busqué un espejo y me quise mirar, quise contar las arrugas y los años que se marcaban en mi frente, quise adivinar la profundidad de los pliegues cincelados sobre mi rostro por las lágrimas. Quise preguntarle al hombre que iba a enfrentar desde el azogue si merecía la pena sufrir tanto por una mujer… 

... Un suelo de piedras y una incongruente colilla refugiada entre sus cantos. 

Libertad


Tenía un nombre, uno hermoso que me disteis con orgullo. Y es que los vencedores hasta el nombre me hubieron de quitar. Porque hay nombres que hacen daño a los fascistas; porque la libertad no puede existir ni siquiera en el rostro de un niño. Tal vez ese fuera mi nombre: Libertad. Un sacerdote lo borró de los papeles con su agua sagrada, y tu muerte de mi memoria. Nadie volvió a deslizar en mis oídos aquella palabra proscrita.

Y en el resto de tus días sólo habitaron el silencio y la amargura.

sábado, 1 de agosto de 2009

Gente rara

El mar, y sobre el rumor de las olas tu voz y tu risa.
Y un beso con sal.

Dolor, tanto dolor...

Dolor, tanto dolor... ¿Para qué?
Lo oculto detrás de mis lágrimas, 
lágrimas de rabia.
No en mi nombre, hijos de puta.

Los muertos no existen, salvo en nosotros

Allá donde la piel de la tierra se rasga, el hueso gris de la vergüenza, la humillación y la muerte asoma. Descansa. Te recordamos.