miércoles, 31 de octubre de 2012

Endura (+)


Destrozaron las placas de las calles, las tirotearon, las arrancaron y luego las arrojaron bajo las cadenas de los tanques. A los pocos días también borraron el nombre de la ciudad. Y bastó eso para matarla porque las ciudades son como los dioses, que mueren cuando sus creyentes olvidan cómo invocarlos. Y ya nadie quiso continuar viviendo allí, y pronto sus avenidas se cubrieron de polvo y huesos, sus edificios se derramaron en escombros y solo hubo silencio.

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