sábado, 1 de febrero de 2014

Uno de Tomelloso


Hace años conocí a Félix Grande, manchego de Tomelloso como Antonio López y Francisco García Pavón (¿qué tendrá ese lugar?). Fue en Segovia, en una charla sobre literatura en el marco del Hay Festival. Tenía el don de la palabra, y no solo escrita. Escucharle era como degustar sus poemas y leer de nuevo la historia del abuelo Palancas. Ayer se fue, pero nos quedan sus versos.


Para envejecer juntos nos cogemos las manos,
yo miro tu sonrisa, tú miras mi tristeza;
irán saliendo arrugas en mi alma y tu cabeza
y canas sobre nuestros espíritus humanos; 

idéntica vigilia caerá en nuestras historias:
ver al tiempo ir cerrando una a una las ventanas,
me sonreirás lo mismo que todas las mañanas
y será como un ramo de flores mortuorias;

 tú eres ese recuerdo que he de tener un día,
yo soy esa nostalgia que poblará tu frente
cuando ya sea un anciano, amada, anciana mía;

pienso en ese futuro tranquilo y arrugado
como en dos viejos libros que ya no lee la gente,
con tanto como habrán, en silencio, aguardado.