domingo, 22 de mayo de 2011

spanishrevolution


Esta tarde me he acercado hasta la Plaza del Teatro Arriaga. Estaba repleta de gente. Muchos se detenían a escuchar lo que hablaban a través de una pobre megafonía. Como todos, supongo, llevo unos días oyendo acerca del movimiento "Democracia real ya" o 15-M. Reconozco que arrugaba un tanto el morro cuando lo mencionaban; me parecía una memez de típica de niñatos desocupados y pijos que cuando se aburrieran, regresarían a casa de papá. Como tantos, yo también me he detenido primero con curiosidad y después con sorpresa. Lo que decían era coherente, sensato, destilaba sentido común y claridad de ideas. Decían las obviedades que todos pensamos cuando nos topamos con la situación actual de nuestro país, y del mundo en general; no voy a repetirlas, están escritas en muchos lugares, incluso aquí. Ya sabéis, el país se cae a pedazos. No he tenido la sensación del mitin de incondicionales en el que no hay lugar para el pensamiento independiente; todo lo contrario, allí había inteligencia en las palabras, tranquilidad en los comportamientos, educación en el escuchar, atención a las ideas. Después, como un destello, el debate, la reflexión se extendían entre los acampados y los que no lo éramos. Me ha parecido algo emocionante, sorprendente y hermoso, más aún cuando siempre he creído que estábamos aborregados y nuestras mentes se nublaban más cada día inundadas de estupidez. Aún hay esperanza.
Esa curiosidad que preveía de unos minutos me ha tenido allí atado durante casi dos horas. Pensaba en el dictamen de la Junta Electoral Central proclamando que aquella sana reunión de unos cuantos cientos de personas que se limitaban a intercambiar ideas sin histrionismo ni malos modos (los que estamos acostumbrados a vivir) era ilegal. Me he dicho que algo va mal en este país si hay una ley que prohiba lo que he visto hoy delante del Arriaga. Algo va muy mal. Decía Tolstoi que no hay condiciones de vida a las que un hombre no pueda acostumbrarse, especialmente si ve que alrededor todos las aceptan. Ojalá no podamos acostumbrarnos a la oscuridad que nos quieren arrojar encima. En las plazas de todo el país hay miles de personas que ya no la aceptan.

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