miércoles, 5 de mayo de 2010

5 de mayo de 1945


Si temo
mis imaginaciones
no es porque vengan de mi fantasía,
sino de la memoria.
Si me asusta
la muerte,
no es porque la presienta:
es porque la recuerdo.
Angel González

Y ahora el tren rueda a través de Europa repleto de viudas y huérfanos. Al final del trayecto, una barrera se eleva y el cargamento de miserables entra en España, vuelve al regazo de una madre que ya no les considera sus hijas. Tú te conviertes así en una huérfana y añades esa carga a la que traes de Mauthausen, tu viudez prohibida y la orfandad de tu hija. Tu hija. Sí, yo. También yo tuve que pagar un peaje al cruzar la frontera, ¿recuerdas? Tenía un nombre, uno hermoso que me disteis con orgullo. Hasta el nombre me hubieron de quitar. Porque hay nombres que hacen daño a los fascistas; porque la libertad no puede existir ni siquiera en el rostro de un niño. Tal vez ése fuera mi nombre. Un sacerdote lo borró de los papeles con su agua sagrada, y tu silencio de mi memoria. Con tu muerte nadie volvió a deslizar en mis oídos aquella palabra proscrita. Libertad, ése era mi nombre.

No hay comentarios: