lunes, 28 de diciembre de 2009

La Gola /1


“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces…”

Muchos años después, frente a estas frases, he recordado el placer que sentí aquella tarde lejana, en el comienzo de unas vacaciones de verano, cuando la obra de García Márquez tenía quince años y yo apenas unos meses más que ella.

Macondo… ¿Por qué no podemos vivir en nuestro propio Macondo? Quizá lo haya conseguido, quizá pueda ser feliz con el sonido del comején mientras deslavaza las páginas de mis libros. Tal vea mi vida esté ahí, entre esas páginas, como la de Aureliano Buendía lo estuvo al final entre las escamas de sus pececitos de oro.

Mi nombre es Belidor y declaro sin ironía que me inicié en el mundo de la literatura en la niñez con los tebeos de Mortadelo y Filemón que me regalaba una vecina. Podría haber dicho que mis primeras lecturas estuvieron articuladas en torno a los clásicos que almacenaban polvo en la biblioteca de mis padres, pero no, no sería verdad porque en mi casa no había biblioteca y mucho menos clásicos. Tampoco pretendo que esta declaración parezca alguna especie de pedante rito iniciático imprescindible para ingresar en un culto secreto. Mi afición a la lectura empezó con los personajes de Ibáñez, Escobar y tantos otros, y también a la escritura, me atrevería a decir; pronto descubrí que las redacciones escolares que mis compañeros de clase odiaban a mí me apasionaban; pronto descubrí que vivía con mayor plenitud en lugares inventados por otros y por mí, que me encontraba más a gusto en la reelaboración de los recuerdos distorsionados por la memoria que en el patio del colegio dándole patadas a la pelota. Un buen día aparecieron en mi habitación los hijos del capitán Grant y me fui con ellos al otro extremo del mundo. Cuando regresé de aquella aventura me pareció que estaría bien hacer un viaje a la Luna; desde entonces, cuando contemplo el cielo en las noches sé que podré escapar de mi casa cada vez que lo quiera, porque me bastará con cerrar los ojos, desearlo y aparecer allá arriba, cerca de las estrellas.

2 comentarios:

el maestresala dijo...

Engolado Sr Belidor :

Justo, justo aparece su mención a los comics y se estrena nueva sección en la página güe con los Héroes de nuestra infancia/juventud... Un rayo portentoso conecta sin duda, en este fin de año 2009, nuestras mentes beligerantes...
Y es que tenemos más valor que El Capitán Trueno.

Joaquín Ponte dijo...

Sin embargo yo tenía una amiga que me decía que a ella no le gustaba tanto ir al cine, prefería vivir sus propias aventuras. Coincido contigo Belidor en que las aventuras propias nunca llegarían al periplo de Irene Nemirovsky en esa granja escribiendo su "Suite Francesa".¡qué libro, qué maravilla de análisis, que ironía, que descripciones, que personajes, que gozada!