jueves, 24 de junio de 2010

Oscuridad


Me acusabas hoy de mi silencio y he de reconocer que es así. Últimamente no me he prodigado demasiado, no voy a excusarme; supongo que no tengo nada que decir. El país se cae a pedazos y creo que a mi me sucede lo mismo, no sé si a causa de lo anterior o sin que tenga nada que ver. Me inclino por la segunda opción, aunque la primera está acelerando la apatía y la tristeza de alguna manera. Cuando llego a casa me siento en el sillón de orejas y me quedo contemplando la puerta de la sala y mi reflejo en sus cristales. Entonces sólo veo a un tipo cansado, aburrido, hastiado, asqueado, un individuo al que le da nauseas su propia imagen. Cuando ya no soporto más la visión de mí mismo, me dedico a vagar por la casa sin encender las luces, en la penumbra interminable de estos atardeceres de primavera. Espío la rutina doméstica de mis vecinos y me doy cuenta de lo vacía que está mi vida, tanto que ni esos hábitos diarios y relajantes he sido capaz de crear. Los días son muy oscuros. No hay azul en el cielo ni en mi interior. Ahí es todo gris también, monótono, plano. La ilusión se ha desprendido de sus ramas y se pudre a los pies de este árbol desnudo que debo ser yo. Toda esta planicie mental, anímica e intelectual se ve aderezada por una incongruente irritabilidad que me desasosiega. Nada me interesa, nada me importa, pero todo me afecta, me enfada, me corroe, me indigna hasta que consigo dominar mi furia y me digo a mí mismo esa frase talismán, quizá mantra que una vez me regaló un viejo amigo, "no hay nada demasiado importante". Su traducción es sencilla: no hay nada lo suficientemente importante que deba desviarnos del objetivo de nuestra vida que no es otro que vivir. Vivir, así de sencillo. Sin embargo, cada vez que me recito esas palabras y pienso en su significado me encojo un poco más. Al final he llegado a la conclusión de que no sé vivir y esto es algo que me asusta porque, además, me doy cuenta de que tampoco tengo voluntad para aprender. Quizá venga de ahí esa susceptibilidad; cuando uno no vive, lo nimio se transforma en esencial.
Son tiempos oscuros, y cada día me lo parecen más y más. Aún me queda una esperanza, mínima, de que el sol me acaricie, a pesar de todo. Pero sus rayos son esquivos y en mi lado de la vida sólo hay sombras.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Joder! (Perdón). Que angustia, que mal fario. Que no, que no y que no. Me niego. El mundo no se cae. Y si se cae, si fuera que se cayese, sólo habría que trabajar para recomponerlo. Te voy a regalar unas gafas para ver el mundo a colores, existen una infinidad.
Organizatrix

Belidor dijo...

Se cae, querida, se cae. La causa es g = 9,8 m/s2. No hay remedio. Mientras escribo escucho "Destroy everything you touch", no te digo más...

No tengo paraguas.

el maestresala dijo...

Sr Belidor :


Se me saltan las lágrimas... estoy de acuerdo con Organizatrix. Una vez oí eso de "nada está perdido cuando todo está perdido y se ha de volver a empezar." Quizá se ha vuelto un trasunto de Josef K. y está trabajando en demostrar su inocencia...

Un abrazo : lo necesita