martes, 31 de agosto de 2010

IV Viaje Literario de La Tertulia de La Granja



IV Viaje Literario de LaTertuliadeLaGranja
4/5 de septiembre de 2010
Destino: Tierra Incógnita, Cadavérica y Exquisita

Pronto podréis paladear los productos de su cocina...
Paciencia...
La cocción es lenta...


Responde JR:

Sábado. Las 4,15 de la tarde. Siete inmunes sibaritas se reúnen en el concurrido café en torno a dos minúsculas mesas. Como cada mes, celebran una tertulia. Allí desempolvan la eternidad, libro tras libro, sin prisa y sin sombrero. Juegan a diseccionar arcanos, autores y argumentos sin par. Y al final, todo se lo lleva el viento. Todo, excepto la pátina de alegría en el espíritu de los contertulios y la fulgurante intensidad de esos encuentros.

domingo, 29 de agosto de 2010

Gato en Lisboa


¿Se puede ser más feliz?

martes, 24 de agosto de 2010

En el Jardim da Estrela



Sentado en un banco en el Jardim da Estrela de Lisboa, no conseguía concentrarme en la lectura; por la cabeza me rondaba un poema de Pessoa, o mejor, de su heterónimo Alvaro de Campos:

NÃO, NÃO quero nada
Já disse que não quero nada
Não me venham com conclusões!
A única conclusão é morrer.

En Lisboa el tiempo parece que ha terminado, es como si mañana no fuera a llegar. Hay un lugar en la ciudad que resume este sentimiento de abandono, de fatalidad que impregna hasta la luz, que la congela, que todo lo paraliza. Se trata de la Igreja do Carmo. Durante el terremoto de 1755 la iglesia se derrumbó y un posterior incendio arrasó lo poco que había quedado indemne. Quisieron reconstruirla, pero todo se quedó a medias. No merecía la pena, otro terremoto se la habría de llevar de nuevo. No hay nada demasiado importante, parece que pensaron, y menos que nada la vanidad de los hombres. Es allí, entre sus paredes desnudas, bajo un techo que es el propio cielo, donde ese espíritu de renuncia de los lisboetas se muestra con más pureza. Los arcos que enlazan las columnas no sostienen sino aire, acaso el mismo cielo, pensé que quizá la vida desnuda, algo tan pesado que les agota, les apaga el deseo hasta el punto de no querer nada, de sólo desear que les dejen tranquilos mientras recuerdan lo que no fue y miran con ojos entornados el fluir de las aguas del Tejo. Ellos saben que la única conclusión es morir.

lunes, 23 de agosto de 2010

Rua de Cenaculo


Estimados:

Les envío este regalito desde Évora. Lo que son los idiomas. La misma palabra, pero sin tilde y así, rota en dos líneas, no sé qué parece... ¿Se estará convirtiendo nuestra Tertulia en un cenáculo portugués?

Salud

B.

sábado, 21 de agosto de 2010

Capela dos Ossos

Bajo los arcos del acueducto de Évora se cobijan las viviendas, sus fachadas blancas alineadas con las columnas de piedra de la conducción de agua. Toda la ciudad resplandece de blanco, Évora no se cae, se eleva orgullosa sobre las piedras que cubren sus calles, piedras sobre las que rebota el eco de los murmullos y se extiende como un manto adormecedor. Aquí se respira tranquilidad, reposo, decadencia. Évora parece fuera del tiempo, ajena a las prisas y al furor de los visitantes. Se camina despacio por la sombra, cualquier momento y rincón son buenos para detenerse a descansar. ¿Para qué apresurarse? Al final todos seremos feligreses de la Capela dos Ossos.

Como en tantos lugares, la vanidad humana aquí también se queda reducida a losas y tumbas que sólo sirven de fondo a las fotografías de los turistas, o que acaban siendo pulidas hasta el anonimato por las pisadas de los fieles y los curiosos. Pero en Évora hay un sitio especial, la Capela dos Ossos. En el dintel de entrada, un aviso: “Nós ossos que aqui estamos, pelos vossos esperamos”. Más allá, paredes y columnas recubiertas de calaveras, tibias, coxis y fémures hasta transformarse en los auténticos muros que sostienen las bóvedas. La vida humana así resumida a ser el revoque de una capilla; mudos, sordos y ciegos asistentes eternos a las oraciones y salmodias de los monjes que allí los han fijado.

jueves, 19 de agosto de 2010

Sintra


“Ó mar salgado, quanto do teu sal sao lágrimas de Portugal”.
Mis lágrimas se deslizan por la sierra de Sintra hasta el océano. Aire transparente y embrujado, pozos iniciáticos, grutas templarias, pasadizos uterinos, galerías subterráneas, torres esotéricas, palacios románticos, manuelinos, mudéjares, encaramados, mágicos, góticos, alquímicos. Cisnes coronados, urracas, chimeneas, niebla, esferas armilares, tritones, nudos, horror al vacío, locura.
Sintra.

martes, 17 de agosto de 2010

Humo



En la recepción del hotel me topo con una señora delante del mostrador llenándose el bolso de caramelos. Estoril huele a nuevo rico pretencioso y sin clase; huele a monarquía rancia, a algas podridas y a pescado asado; huele a sol y a bronceador; huele a coches de lujo; huele a porteros de hotel con gorra de plato y charreterras, a recepcionistas con chaqué y a botones con aspecto de gigoló.
En el Casino sólo se puede fumar en la zona de juego; allí huele a humo, a temblor, a espasmódicas sacudidas de la ceniza en cualquier parte; las puntas rojizas de los cigarrillos se agitan, bailan al ritmo del clic-clic de las fichas. En el Casino huele a señoras gastándose las uñas sobre los pulsadores de las tragaperras; a señoras que penetran las vaginas de las máquinas atosigantes con billetes de veinte euros.
Desilusión, la Casa siempre gana. La Casa y una madame en la ruleta.
En el bar del Hotel Palacio huele a maderas enceradas, a velas, a tapizados polvorientos. Si cierras los ojos aún es posible regresar a los años 40, oír la música del piano, escuchar docenas de idiomas diferentes, sentir el taconeo de pies inquietos, ansiosos sobre el mármol. Y oler el tabaco que fumaron aquellos espías. Hoy está prohibido fumar, pero no espiar.


sábado, 14 de agosto de 2010

Ovos moles



Moliceiros, bateiras y saleiros surcan los canales de Aveiro. A Aveiro, anclada en el interior de una ría, le cercenaron el mar una vez.
Ovos moles, ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles...
Me apunto a una demostración de cómo se preparan.
Flor de sal.
Canales para pobres y canales para ricos.
Confeccionar una lista de los hoteles en los que jamás se alojaría uno y después alojarse.
Ovos moles, ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles ovos moles...

martes, 10 de agosto de 2010

Douro


“¡No pictures, no fotos!”, resuena la voz del encargado de la librería Lello, en Porto, y así el encanto del lugar se mezcla con el polvo de libros y estanterías y se transforma en estornudos.

Porto parece que se desmorona sobre el Douro ante la indiferencia de todos. Sólo lo parece, las fachadas sucias de sus edificios tambaleantes clavan sus azulejos en los escarpados arribes que caen a pico sobre la ribera, se apoyan unos en otros y así conforman una cascada de abigarrados callejones que fluyen hasta el río.

Las calles empedradas hacen daño y sus cuestas se quedan con el resuello y el sudor de sus paseantes.

Café pingado. Bacalhau. Gaviotas. Luis I. Nueve puentes. Sal. Vino. Sandeman. Terrazas. Camareros toxicómanos. Café pingado.

250 escalones en la torre de la Iglesia de los Peregrinos. No es verdad, no tiene la mejor vista de Porto, el Douro se oculta desde allí y Porto sólo se puede vivir en sus riberas.

sábado, 7 de agosto de 2010

... de Wagenstein


"¿Por qué? Míralo. El pobre cree que va caminando a lo largo del río, siempre derecho. Oye el ruido del agua y eso le alegra el corazón y lo llena de esperanza, porque todo camino, por largo que sea, tiene un principio y también tiene un final. Y el burro anda y anda y tiene la impresión de que va por un camino recto, tendido como un hilo a lo largo de algún río. De noche, cuando ya es bien oscuro, lo desatan y se lo llevan a darle de comer y beber, y luego otra vez, antes de que salga el sol, le vendan los ojos y vuelve a andar y andar, y cree que la meta está muy cerca. Porque también los burros saben que si persigues una meta lejana, cuanto más caminas hacia ella, más te acercas".

Angel Wagenstein

jueves, 5 de agosto de 2010

Toledo

Vengo a Toledo y espero encontrarme con Don Quijote y Sancho, pero apenas camino por sus calles me topo con harapientos émulos del hidalgo amo del Lazarillo vestidos con camisetas, bermudas y gorras con gafas de sol encaramadas sobre la visera. No quiero verlos, cierro los ojos y palpo las paredes, me guío por el eco de mis pisadas.

Por las tardes huyo del agónico sol manchego y me refugio en la Venta del Alma, me acojo en su frescor, en el murmullo de su fuente, me pierdo en el laberinto de estancias, me traslado en el tiempo y ahora, ahora sí, acaso me encuentre con Don Alonso.

El sol bate las calles hasta vaciarlas de personas y gatos. Sólo al anochecer se atreven algunos a pisar las piedras recalentadas o a sentarse en los muretes de las iglesias desiertas.

Cuando está oscuro regreso a mi cuarto y escribo sobre sombras y difuntos, acerca de pozos amargos y callejones, de penitentes e inquisidores. Los murciélagos que moran en los tejados de la casa frontera revolotean cerca de mi ventana. Sus maullidos, leves y casi mimosos, acaban por acunarme hacia el sueño durante la noche.