sábado, 7 de agosto de 2010

... de Wagenstein


"¿Por qué? Míralo. El pobre cree que va caminando a lo largo del río, siempre derecho. Oye el ruido del agua y eso le alegra el corazón y lo llena de esperanza, porque todo camino, por largo que sea, tiene un principio y también tiene un final. Y el burro anda y anda y tiene la impresión de que va por un camino recto, tendido como un hilo a lo largo de algún río. De noche, cuando ya es bien oscuro, lo desatan y se lo llevan a darle de comer y beber, y luego otra vez, antes de que salga el sol, le vendan los ojos y vuelve a andar y andar, y cree que la meta está muy cerca. Porque también los burros saben que si persigues una meta lejana, cuanto más caminas hacia ella, más te acercas".

Angel Wagenstein

2 comentarios:

tournesols dijo...

¿qué tal el curso de madrizz?

El maestresala dijo...

"Kafka carece realmente de todas las vanidades propias del escritor; jamás se envanece;
no puede envanecerse. Se ve pequeño y anda a pasitos. Dondequiera que ponga el pie nota la inseguridad del suelo. Este no le sostiene a uno; mientras estamos con Kafka no
hay nada que nos sostenga. De este modo renuncia al engaño y a la ilusión de los
escritores. El brillo de esta ilusión que Kafka conocía tan bien, ha desaparecido de sus
palabras. Tenemos que seguir sus pasitos y nos volveremos modestos. No hay nada en
la literatura de los últimos tiempos que nos haga tan modestos. Reduce la ampulosidad
de toda la vida. Mientras lo leemos nos volvemos buenos, pero sin estar orgullosos de
ello. Los sermones enorgullecen a aquellos a quienes conmueven. Kafka renuncia al
sermón. No transmite los preceptos de su padre; una extraña porfía, el más grande de
sus dones, le permite interrumpir el encadenamiento de preceptos que se van
transmitiendo de padres a hijos. El escapa a su imperio; lo que este imperio tiene de
energía externa, de bestialidad, revienta en él. Tanto más le preocupa, en cambio, el
contenido de este imperio. Para él, los preceptos se convierten en preocupaciones. De
todos los escritores, es el único a quien el poder no ha contaminado lo más mínimo; no
hay poder alguno, sea cual fuere su forma, que él ejerza. Ha desnudado a Dios de los
últimos restos de paternalismo. Lo que queda es una malla apretada e indestructible de
preocupaciones que conciernen a la vida misma y no a las pretensiones de su creador.
Los otros escritores imitan a Dios y adoptan aires de creador. Kafka, que nunca quiere
ser Dios, tampoco es nunca un niño. Lo que algunos encuentran terrible de él y lo que a
mí también me inquieta es su permanente condición de adulto. Piensa sin mandar, pero
también sin jugar."
Canetti

Nada vendría mejor que decir : "de donde vienes manzanas traigo..

Ya me conoce usted