"Veo en los sucesos de España un insulto, una rebelión contra la inteligencia, un tal desastre zoológico y del primitivismo incivil, que las bases de mi racionalismo se estremecen. En este conflicto, mi juicio me llevaría a la repulsa, a volverme de espaldas a todo cuanto la razón condena. No puedo hacerlo. Mi duelo de español se sobrepone a todo. Esta servidumbre voluntaria me ha de acompañar siempre y nunca podré ser un desarraigado. Siento como propias todas las cosas españolas, y aun las más detestables, hay que conllevarlas, como una enfermedad penosa. Pero eso no impide conocer la enfermedad de que uno se muere; o más exactamente, de que nos hemos muerto; porque todo lo que podemos decir ahora sobre lo pasado suena a cosa de otro mundo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario