lunes, 24 de enero de 2011

Barataria. Literatura en La Granja. Nº 8





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jueves, 20 de enero de 2011

LTLG cumple 150 libros



Con algo rojo y sombrero, esa era la consigna de Maese que algunos siguieron y otros no tanto. La angustia se disolvió entre copas y miradas curiosas. El primo del Maestresala (el azar quiso que pasara por la puerta de La Granja) nos congeló en posturas diversas, pero siempre heroicas. Desde las alturas de Biribila nos contemplaba Don Diego; por un instante dejó de apuntar con su dedo displicente hacia la nada y observó divertido la Ría en nuestros labios. Con nosotros, y aunque no se les vea, Salvador de Madariaga y Ernest Hemingway; no nos consta que Don Ernesto se bebiera unas botellas de vino entre latón y terciopelo, pero bien pudo ser. Por entonces La Granja ya estaba allí. Después viajamos bajo tierra hasta la Edad Media, y Ricardo III nos recibió entre sangre y desesperación mientras ofrecía su reino por un caballo. En la batalla quizá pensó en sus cadáveres. En nosotros. Cenamos con vino de Madrid, malo, y de Ribera del Duero, delicioso. Quisimos conocer a una joven de ojos tiernos, pero nos hubimos de conformar con la sonrisa recortada de un camarero distante. Hablamos de lo de siempre, y las mujeres nos ignoraron, como siempre. No diré que no nos importo, nuestra belleza no es de este mundo. Somos decadentes e indestructibles. Al alba, nos despedimos con besos y abrazos. Hasta que Bartleby y Melville nos visiten.

LTLG

sábado, 15 de enero de 2011

El país se cae a pedazos (9)

Los recursos energéticos de Guinea Ecuatorial son explotados por la mayor compañía de petróleo del mundo (Exxon-Mobil), y además paga al Estado africano por ello, lo cual tiene mérito. Si ese dinero se repartiera equitativamente entre los 500.000 ciudadanos de ese país, tocarían a 35.000 dólares/año cada uno, cantidad superior a la renta per cápita de un ciudadano de aquí, que viene a ser de 28.000 dólares/año. Sin embargo, los ecuatoguineanos se tienen que conformar con 500 dólares/año. La diferencia se queda en poder del presidente de este país y sus amigos y familiares, muy bien custodiada, eso sí, en las cajas del Banco de Santander en Madrid. El presidente del citado banco, como miembro de la casta superior de nuestra sociedad, tiene una esperanza de vida 10 años por encima de la de un trabajador no cualificado; si embargo paga a la Seguridad Social para asegurar su pensión como cualquiera de sus empleados y exige que todos ellos trabajen dos años más en su vida, a los suyos y a los restantes millones del país. La Seguridad Social tiene un fondo de reserva de 65.000 millones de euros, los fondos de pensiones del Banco de Santander han perdido un 20% de su valor, sin embargo, el presidente del BS y sus corifeos aseguran que hay que reformar el sistema de pensiones (al que, recordemos, él no contribuye en relación directa a sus ingresos, de hecho paga lo mismo que sus empleados) porque va directo a la quiebra. Son los fondos privados, a ser posible en su banco, los que nos asegurarán la pensión cuando seamos viejecitos. Algo se me escapa.

El difunto Hassan II dejó a su muerte una fortuna de 50.000 millones de dólares en bancos de París. En ese momento, la deuda de Marruecos era de 20.000 millones. Por cada euro en ayudas al desarrollo que nuestros generosos estados occidentales les otorgan, ellos deben devolver seis en concepto de intereses y amortización. Como es lógico, entre lo que les roban sus dirigentes y lo que abonan a nuestros bancos, no les queda más remedio que embarcarse en una patera y buscar suerte en aquellos países hacia los que fluye su dinero. Piensan, con lógica, que aquí debemos nadar entre monedas de oro, como el tío Gilito. Entre 2006 y 2008 murieron 12.000 personas, que se sepa, tratando de alcanzar las costas de aquí.

El segundo exportador mundial de municiones es el país de aquí. En África se matan mucho. ¿Cuántas guerras hay ahora mismo allá? ¿Cuántos africanos trabajan (o trabajaban) en la construcción aquí?

La desigualdad en la distribución de la riqueza aquí es una de las mayores de la OCDE. En la UE-15 sólo el Reino Unido nos supera. Aquí, el 10% de las familias posee el 58% de la propiedad, es más, el 1% de las familias posee el 18% de toda la propiedad. Aquí, el 15% de los niños viven familias pobres, de nuevo sólo nos gana el Reino Unido. En Francia, el 7,3%. La xenofobia crece aquí. Los responsables de la crisis son los inmigrantes que vienen a quitarles sus puestos de trabajo a ese conjunto de la población de baja cualificación profesional, con 10 años de promedio de vida menos que los presidentes de los bancos y que pronto tendrán que trabajar hasta los 67 años para que el sistema público de pensiones no quiebre y el presidente del BS también pueda cobrar su pensión.

martes, 11 de enero de 2011

150




Alrededor de una mesa de mármol desportillado, en nuestros escaños de terciopelo, somos náufragos en la ínsula Barataria, y ya no fumamos. En el centro de la capital del mundo flota a la deriva esta ínsula, hoy habitada por unos amigos de los libros, inmunes sibaritas, antropofílicos, eclécticos, prosélitos. Todos sin sombrero y sin prisa. Desde que a ella arribamos, han crecido en la isla 150 árboles diáfanos y opacos, luminosos y oscuros, herméticos, ligeros, de metálica densidad, para viejos y para jóvenes, clásicos y modernos, valores seguros y seguras apuestas perdedoras. Los árboles han desplegado sus ramas, y en ellas han nacido hojas, y en las hojas la savia de las palabras se alimenta con el sol de nuestros ojos lectores. Nos cobijamos en su sombra, de sus ramas hacemos fuego, de sus frutos nos alimentamos. Todos los árboles tienen un nombre, lo hemos grabado en su corteza. El árbol es mejor que el mármol, pues en él los nombres crecen(*). El bosque de Barataria permanece.


(*)Jean Cocteau

domingo, 9 de enero de 2011

El muro

Apenas son las once de la mañana de un nuevo primer día de enero. La angustia ha golpeado mi cama muy temprano, he dispuesto de tiempo, de ese tiempo con el que no sé qué hacer. He estado reflexionando acerca de cuáles son mis planes para este año del que apenas han transcurrido unas pocas horas. Mientras pensaba en ello, tenía la vista clavada en el muro que hay más allá de la ventana de mi habitación; las serpentinas que no han caído a la calzada se aferran a los ladrillos y se estremecen bajo las caricias de un suave viento que ni siquiera sabe que es capaz de proporcionar algo de placer.

Debería escribir, escribir, y escribir. En la soledad de mi dormitorio, ayer en la noche, mientras la alegría por decreto escalaba hasta mis persianas, comencé a leer el primer capítulo de algún libro, y sentí que yo también podía crear algo igual. Pero, ¿sobre qué escribir? Detengo un instante mi pluma y vuelvo los ojos hacia la ventana. No estoy intentado ordenar mis ideas, sino aceptando con dolor que en los muchos meses que he estado amamantando este proyecto no he conseguido parir nada coherente que vaya más allá de mí. A pesar de todo, ahora, mientras mi pluma regresa a rasgar la superficie del papel, pienso que estas líneas no serían un mal comienzo. Lo pienso, y por eso mismo me siento aún más patético y deprimido, y para intentar no torturarme de nuevo con esas metas estúpidas acabo por fijarme en mi letra. Tengo una letra preciosa, veo la línea negra de tinta fluir sobre este mar blanco y adivino que mi vida podría ser tan hermosa como mis trazos, que mi vida podrían ser esos trazos, que yo debería escribir mis horas, mis minutos, mis segundos y no permitir que nadie lo hiciese por mí. Pero mi vida son sólo estos surcos negros labrados en una tierra blanca, una existencia atrapada en un rectángulo de papel del que no sabe cómo huir y más allá del cual sólo existe el caos de una mesa de madera abarrotada de objetos inútiles, tanto como estas palabras, tanto como el que desliza su mano sobre esta hoja. Y pienso que eso es lo que soy, un inútil, un ser repleto de taras e incapaz de enfrentarse al mundo, alguien que sólo sabe refugiarse en los límites de un pliego y torturarse intentando decidir si debe acentuar la palabra solo y ser de esa manera ridículamente rebelde. Chejov descubrió que es mayor la sensación de tristeza al describir un charco en el que se refleja la luna que al decir que un personaje está triste.

El muro de ladrillos sigue al otro lado de la ventana, pero en el cristal ahora sólo veo el reflejo de mis propios ojos.

miércoles, 5 de enero de 2011

Final

He soñado contigo cada noche, y por las mañanas, cuando abría los ojos en la penumbra de mi celda, sólo quería volver a dormir. Hoy me han arrebatado de ti antes, cuando aún estaba oscuro, y ya sólo me queda llorar tu pérdida hasta que llegue el amanecer.

sábado, 1 de enero de 2011

El país se cae a pedazos (8)


El precio de un café. ¿Por qué se empecinan en esa estupidez ridícula? ¿A qué esa soberbia en sus intentos didácticos de explicarnos que las cosas no están tan mal como son en realidad?Nuestros políticos tratan de hacer pedagogía con nuestra miseria, acaso sólo con la de ellos, en su caso miseria intelectual. Su pedantería es insufrible, en unos porque su C.I. es excepcional, y lo saben, y se creen injustificadamente por encima de los demás; en otros porque son auténticos ágrafos funcionales, muy peligrosos. Ya lo dijo alguien: ante un tonto sin fisuras estamos perdidos. Nos explican que no debemos indignarnos por la subida de la electricidad, al fin y al cabo apenas es el coste de un café al mes lo que nos va a suponer a cada uno el incremento del total de la factura. Bien mirado, tiene razón el ministro del ramo, pero el problema no esta ahí, sino en la obsesión que tienen en tratarnos como gilipollas. Y es que quizá lo seamos. Sin duda, yo mismo lo soy, que pierdo mi tiempo escribiendo ésto en un intento de aclararme las ideas en vez de estar tomándome un café. No obstante, es un café de ésto, otro del gas, unos cuantos del IVA, algunos más de la gasolina, el transporte público, el IRPF... Son muchos cafés ya, y los sueldos no suben, más bien menguan. En esta ocasión, y según parece, nos encontramos con que en los últimos diez años hemos acumulado todos los naturales de este país una deuda de 20.000 millones de euros con las compañías eléctricas (unos 445 euros por cabeza, el coste de un i-phone, ¿de qué nos quejamos? ¿Acaso nos hace falta el tal artilugio?). Durante este tiempo no se les ha permitido repercutir el total de los costes de producción en la factura que nos pasan, pero la deuda ahí seguía, creciendo y creciendo. Sin embargo, hete aquí que en este año en el que la crisis se ha mostrado en todo su negro esplendor, las mencionadas compañías han ganado entre enero y septiembre 5.986 millones limpios, es decir, incluso teniendo en cuenta en sus balances esa deuda. Avaricia infinita. El dinero sale del bolsillo de muchos y va al de unos pocos. Por supuesto el estado del bienestar es insostenible y hay que recortar todo lo recortable porque no hay recursos. Creo que lo del i-phone lo dejaré para más adelante, para cuando haya pagado mi deuda con Iberdrola. De momento, este año 2011 recién iniciado dejaré de tomar café.