martes, 29 de septiembre de 2009

La mujer de Lot

"Pero ella se volvió para mirar, y eso fue lo que me gustó. ¡Es tan humano!"
Kurt Vonnegut


La caravana se detuvo y se agrupó a la sombra de unos peñascos. Las mujeres hicieron amago de bajarse de las mulas, pero Lot las detuvo con un gesto de la cabeza. No, dijo, hemos de continuar. Recordad las órdenes que nos dieron los ángeles del Señor. La mujer de Lot lo miró a los ojos y después su mirada resbaló hacia el cuerpo tembloroso que se ocultaba detrás de él. Recuérdalas tú también, dijo ella. A Lot se le descompuso el rostro en una mueca en la que se cincelaban la turbación y la cobardía, una vez más. Henok percibió en su mejilla el súbito endurecimiento de los músculos de su amo, tensos como el arco que se prepara a herir el cielo con sus flechas. Lot carraspeó, tosió, titubeó antes de hablar. Como cuando me arrojó de su casa, pensó Henok. El olor, su olor, sin embargo no era como entonces, ahora era mucho más denso, como si se hubiera destilado en las gotas de sudor que cubrían su cara. Un olor intensamente salado, tanto que había conseguido apagar el del azufre. El corazón le golpeaba en el pecho con el mismo ritmo que el rumor que inundaba el horizonte y se desplomaba sobre Sodoma. Qué sucede con la ciudad, Henok, hijo. Dínoslo, nosotros no nos atrevemos a mirar. Hazlo tú y cuéntanos.

Henok se bajó de la mula. La mujer de Lot y sus hijas se habían cubierto la cabeza con un manto. Lot permaneció sobre su montura con los ojos clavados en algún lugar lejano más allá de la tierra reseca que se extendía a su alrededor, más allá de Henok. Éste levantó la vista y miró el rostro de su amo, sabía que de alguna manera la traición se ocultaba en sus palabras.

Mira, Henok, mira y cuéntanos, repitió Lot.

Y Henok obedeció a Lot. Las lágrimas le nublaron la vista, le resbalaron sobre las mejillas, y gotearon sobre sus labios. Y le supieron a sal.


lunes, 28 de septiembre de 2009

Brevedades fantásticas /1

MARIVÍ se ató un extremo de la cuerda al cuello. Después sujetó el otro a la lavadora con varias vueltas y nudos. Fue hasta la ventana del cuarto y la abrió. El ruido del tráfico espantó una idea de su mente, algo tal vez no muy importante, pero que ahora se le escapaba entre el vericueto de ruedas y pies que serpenteaba sobre el asfalto. Aquel olvido le causó un leve desasosiego que trató de desterrar de su estómago encaramándose en el alféizar. Contó los diez pisos que le separaban de la calle. La soga detendría su caída a la altura del segundo piso. Lo había calculado. Justo delante del dormitorio de Cayetana Martínez. Y Cayetana no estaría sola. No. Eso también lo había calculado. “Estará con el cabrón de mi marido”, se sonrió. Echó un último vistazo a la alcoba, aspiró una bocanada de aire y se arrojó al vacío. Cuando pasaba por delante de la ventana de Maite, la del 4º, recordó que la lavadora estaba llena de ropa sucia.

domingo, 27 de septiembre de 2009

... de Chaves Nogales


"Y murió batiéndose heroicamente por una causa que no era la suya. Su causa, la libertad, no había en España quien la defendiese."

Manuel Chaves Nogales

"El mérito de Chaves fue decir lo que dijo cuando lo dijo. Muchos al encontrarse con las palabras de Chaves advirtieron de inmediato no sólo su valentía sino su clarividencia y su oportunidad. El transcurso posterior de los hechos no hizo sino darle la razón."

"[...] en tanto encontramos en las crónicas de Chaves Nogales la desinteresada e inteligente reflexión de quien supo que el mayor pecado que un hombre podía cometer en aquellos años era mantenerse libre."

Andrés Trapiello

sábado, 26 de septiembre de 2009

La carta más esperada

Contraviniendo las ordenanzas municipales, se hallaba sentado en el cañón. Escrutaba el horizonte del mar desde la antigua fortaleza esperando con ansiedad la llegada del barco. No debió hacerlo durante mucho tiempo. Enseguida divisó un hilo de humo blanco cimbreándose en el aire.

Ansiaba verlo llegar, el tráfago en el puerto. El griterío y el movimiento en la cubierta acompañando al amarre de la nave. Intuía que aquel vapor traería cartas de ella. Y en sus letras, acompañadas de las noticias de la metrópoli, su voz clara e inconfundible: “Te echo de menos…” “Me gustaría estar ahí contigo…”

Sentado en el cañón imaginaba su sonrisa, su alegría contagiosa. Pero todavía quedaba lejano en el tiempo el encuentro. La brisa besaba su rostro.

La carta llegó, sepia, con tinta azul, con aquella tinta azul que sólo ella utilizaba, de un azul extraño, lejano, pero de ella.

La carta llegó, pero no decía que le echaba de menos, ni que le quería, ni siquiera que se acordaba de sus aficiones, le confesaba su repugnancia, asco, cansancio. Empezó con sinceridad, acabó católicamente.

Tras sus ojos, decidió informarse de su nueva situación. Ya no le quería, sentía que estuviera lejos, que las cartas fueran tardías y que sufriera, pero la vida es así, ella —su novia, su amor— ya no le quería. Lo hacía con otro, un ingeniero escandinavo que no le pedía explicaciones.

Sus dedos se cerraron en un puño y en su interior las letras de tinta azul chorrearon como si fuesen lágrimas. Su brazo restalló como un látigo cuando arrojó el papel arrugado a las fangosas aguas del puerto.

Se emborrachó en la taberna de Hopper. Cada vaso de ron se mezclaba con una de las palabras de desprecio; cada vez que su mano le llevaba el licor a los labios, la sangre le latía con más fuerza. Bastó una palabra para que alguien muriera en aquel tugurio.

Huyó entre la nube de pólvora y se tambaleó por callejas oscuras y malolientes.

Los zapatos de sus perseguidores atronaban las calles con sus zancadas violentas. Él chapoteaba por los charcos, tropezaba con sus propios pasos. Le arrinconaron en el muelle, sólo tenía una salida. El vapor dormitaba mecido por las olas, el agua oscura le ofreció su mejor refugio. Saltó de pie y mientras se hundía envuelto en la negrura creyó ver titilando en algún punto el brillo blanco de la carta.

LTLG

Numancia 06/09/2009


jueves, 24 de septiembre de 2009

... de Carver, otra vez


"Mi amigo peculiar se conduce de manera peculiar por la vida. Por ejemplo, camina encorvado por su propio pasillo. Siempre he pensado que una característica peculiar de los hombres humildes es lo rectos que caminan por la calle y lo encorvados que lo hacen en sus casas. No sé por qué, pero creo que en esta última observación está la respuesta a toda su literatura."

Raymond Carver

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Roto


Nuestro primer encuentro fue en una estación de autobuses, aquí. Ella llegaba. El último en un aeropuerto, allá. Yo me iba.
Nuestro primer encuentro empezó con un abrazo. El último acabó con un beso al aire.
Nuestro..., esa palabra me duele cuando pienso en ella y en mí. Una vez nos convertimos en un solo camino. Recorrerlo juntos era la única forma de andar.
Ahora estoy roto en la orilla de ese camino. En la mía. Estoy extraviado dentro de un tiempo oscuro del que no puedo salir y no entiendo. Mis pedazos se cubren de noche, y cada mañana soy un poco menos. Pronto ya no seré, pero eso no me asusta. Pronto no habré sido, y eso sí, eso sí me da miedo.

martes, 22 de septiembre de 2009

El agaporni esquizoide

Entro en el Geograph y el camarero me sirve un café. Como siempre. Con una mirada nos entendemos. Me acomodo en la barra y continúo con la lectura de —lo siento, el título es un poco largo—, con la lectura, decía, de El cielo es azul, la tierra blanca de Hiromi Kawakami. Una joya que os aconsejo. Mi concentración dura poco. A mi lado, una mujer en la treintena y de relativo buen ver, entabla una conversación telefónica que me expulsa de las páginas mi libro.

—… Claro, es que yo duermo en la sala —no especifica el porqué, lo cual es una lástima—, y no me deja pegar ojo… Está toda la noche mordiendo los barrotes de la jaula, hace un ruido horrible… Yo así no puedo seguir… Ya, cuando lo saco es peor, me muerde las zapatillas… Me ataca… El otro día se me tiró al culo y me mordió… Además, el bicho pega unos saltos terribles y da vueltas en el aire… Me acojona, tía, de verdad… Las zapatillas las tengo destrozadas…

La conversación continúa así un par de minutos. Cuando cuelga, me inclino y le toco el codo mientras me disculpo. Ella da un respingo y me mira mosqueada. Le obsequio con mi mejor sonrisa, aunque no parece tener demasiado efecto. La luz cenital siempre me ha perjudicado.

—Perdona, pero es que no he podido evitar oír tu conversación, y me preguntaba qué clase de animal es ése del que hablabas.

Entiendo su primera intención, la posibilidad de ignorarme se balancea dentro de sus pupilas: a mí tampoco me gusta que me hablen desconocidos en la calle, o en las cafeterías si se tercia. Sin embargo, es tal su agitación, que opta por responder a mi impertinente curiosidad.

—Pues es un agaporni, me lo ha dejado mi hermana durante las vacaciones y… —aquí regresa al tema de las zapatillas.

—Ya —me solidarizo con ella.

Trato de atajar su verborrea, creo que es de la mayor importancia lo que tengo que decirle.

—Según eso, entonces es imposible que te haya mordido.

Ella se queda como congelada, ni parpadea. Su labio superior empieza a temblar y se eleva ligeramente en un inconfundible gesto de asco.

—Oye, ¿tú eres bobo o qué? Me lo vas a decir a mí, si te parece… —me parece que la gente es demasiado agresiva, pero no se lo digo. Por desgracia no me muestra las evidencias glúteas.

Me aclaro la garganta y trato de explicarme.

—No, verás, es que los pájaros tienen pico, no tienen dientes, por lo tanto es imposible que muerdan y como tú decías que… —me interrumpe con un sonoro manotazo sobre la barra.

—Oye, ¿tú eres anormal o qué? —su vocabulario agresivo refleja cierta variedad—. Mira tío, apártate de mí o te juro que llamo a la policía…

Quizá esté equivocado. Es posible que si un pájaro te pellizca con el pico a eso se le llame morder. Debo consultar el diccionario. En fin, me encojo de hombros y opto por regresar a mi lectura. Ella por lo visto no ha quedado satisfecha con los insultos y amenazas.

—Oye, Íñigo —Íñigo es el camarero—, ¿se puede saber quién es el tío raro éste?

Me está señalando con el pulgar sin ninguna discreción. Algunos clientes vuelven la cabeza y nos miran. Pago el café. Por suerte tengo suelto y no necesito esperar las vueltas.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Tras mis ojos /y 2

"Todo lo conviertes en literatura" (*)

Cuelgan las palabras del tenderete

De la hoja del cuaderno

Oreándose al sol del mediodía y meciéndose sin ganas

Se columpian (en) las cuerdas del recuerdo y el pozo de la ira

Para volver a la infancia única

La que está más allá de la muerte

Habitando la región donde sólo cabe la nada

Esa delgada línea entre los huesos, la sangre y la mirada

Que no es nada más que la vida

Nada

LTLG

Numancia - 06/09/2009

(*) Primer verso del poema Literatura II de Cristina Peri Rossi

domingo, 20 de septiembre de 2009

... de Carver


"Justo cuando él había decidido no escribir más poemas, ella comenzó a cepillarse el pelo"

Raymond Carver

viernes, 18 de septiembre de 2009

Tribulaciones x 13


Qué pasa con la hache...

En nuestros trece... ¡Y más de trece!

Casi, casi, en esencia...

Como quien no quiere la cosa...


El miércoles pasado llovía, llovía mucho y no llovía finito (Kurlat dixit). El cielo gris se iluminaba cada poco de breves amaneceres dibujados con relámpagos. Los viandantes intentaban esquivar charcos marinos, los automóviles se apagaban entre cortinas brumosas. Avanzando bajo un ejército de paraguas deformados por el viento, los zapatos húmedos, un nutrido grupo de individuos armados tan sólo de lápices e imaginación consiguió por fin asaltar su objetivo. Hubo algunas bajas: un par de paraguas heridos de muerte y una zapatilla deportiva de imitación que perdió sus cordones. Tras la victoria, el solaz del guerrero. Bebieron palabras, comieron cuentos, cantaron poemas. Sonrisas y metáforas, bailes y rimas, romances y lágrimas... Poco a poco los candelabros fueron abatiendo sus brazos, los hechiceros y sacerdotes invocaron nuevas victorias en años por venir y las brillantes espuelas agotaron sus destellos.
Ahora la madrugada está aquí, oscura, fría. Tal vez amanezca, sólo tal vez, mañana.
Ahora los soldados duermen y viven en sus sueños de papel, y sueñan vidas y viven sueños...

Literatura II

"Todo lo conviertes en literatura"
me reprochas, llorando

"cuando te deje, seguro que escribes
una novela contra mí"

no exageres, mujer,

no da para una novela

quizá sólo algún poemita

que luego leeré en público

y nadie sabrá que eras tú.

"Todo lo conviertes en literatura"
me reprochas, llorando

"cuando te deje vas a escribir contra mí"

entonces no me dejes,
te digo, besándote en los ojos.


Literatura II
Cristina Peri Rossi

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Asfixia

La queja de unos goznes oxidados y un seco portazo provocaron un espasmo en sus músculos. Se negó a abrir los ojos, sólo quería seguir durmiendo. El olor a ceniza batía las paredes de la habitación con furia. Le costaba respirar. Inhalaba cada vez más hondo, pero sus pulmones sólo se llenaban de aquel olor acre. Tenía calor. Un siseo repulsivo se arrastraba por el suelo. Se tapó los oídos, quizá bastara con silenciar aquel crujir líquido para que desapareciese el calor que le hacía arder el pecho. Empezó a toser, una última bocanada de aire se le atoró en la garganta y se transformó en un silbido ronco. Los párpados se le levantaron sin que él lo ordenara. Un oscilante resplandor rojizo se proyectaba sobre el techo. A los pies de la cama, una espiral negra se agitó entre los muebles y ascendió por la pared.
Golpeaban la puerta de la calle.
El silbido ronco de su aliento era ya sólo un gorgoteo.
Sus dedos se aferraron a las sábanas.
Los golpes eran cada vez más fuertes, se confundían con una voz que le llamaba, la voz de su vecino. Olía a ceniza.
El gorgoteo se fue apagando hasta sonar como el roce de dos piedras.
Algo acarició sus dedos, dolía, pero el dolor fue breve.

lunes, 14 de septiembre de 2009

... de Modiano




"No soy nada. Sólo una silueta clara, aquella noche, en la terraza de un café."


Patrick Modiano

domingo, 13 de septiembre de 2009

La vida le duele...

La mujer del espejo dio la vuelta a la cama y se detuvo a observar el sueño inocente de la joven. Ella abandonó la gruta de su indiferencia y gritó desesperada, trató de detenerla, pero, impotente, vio como el arma teñida de rojo se elevó para caer veloz sobre el cuerpo dormido. La niña sólo consiguió emitir una especie de jadeo; se llevó las manos al vientre e incrédula descubrió la sangre que manaba de su interior. Luego sus ojos se volvieron hacia su asesina. Una única palabra acudió a sus labios en un lamento roto que ya se despeñaba en la negrura: “¿Mamá…?"

Cuando consiguió expulsar del espejo a la otra mujer, persiguió la mirada de Inés hacia el cuchillo que aún sostenía en las manos. Lo arrojó contra la pared, tensando el brazo en un arco que se diluyó más allá de la realidad, las puntas de los dedos huyendo una vida. Y se acuclilló en el suelo, al lado de su hija moribunda. Levantó las manos ensangrentadas con las palmas vueltas hacia su rostro, las giró y al otro lado de la cortina de sus dedos trémulos sus ojos se cruzaron con los de su hija. Inés, que apenas tenía ya fuerzas para llorar, susurró con los flecos de su voz una llamada en la que se mezclaban el dolor, la duda y la incomprensión: “¿Mamá…?”. Otra vez. Y el dolor. Otra vez. El de la niña. Y el suyo. La vida le duele, pero ya falta poco. Las voces han callado en la sala.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Te recuerdo Amanda...


Te recuerdo Amanda
la calle mojada

corriendo a la fábrica

donde trabajaba Manuel.

La sonrisa ancha

la lluvia en el pelo

no importaba nada

ibas a encontrarte con él

con él, con él, con él

son cinco minutos

la vida es eterna

en cinco minutos

suena la sirena

de vuelta al trabajo

y tú caminando

lo iluminas todo

los cinco minutos

te hacen florecer.



Te recuerdo Amanda

la calle mojada

corriendo a la fábrica

donde trabajaba Manuel.

La sonrisa ancha

la lluvia en el pelo

no importaba nada

ibas a encontrarte con él

con él, con él, con él

que partió a la sierra

que nunca hizo daño

que partió a la sierra

y en cinco minutos

quedó destrozado

suena la sirena

de vuelta al trabajo

muchos no volvieron

tampoco Manuel.



Te recuerdo Amanda

la calle mojada

corriendo a la fábrica

donde trabajaba Manuel.

Víctor Jara

Recordad siempre que sus asesinos le cortaron las manos...

viernes, 11 de septiembre de 2009

"Mis palabras no tienen amargura..."

[…] Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor […]

Salvador Allende

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Tras mis ojos /1

Las noches en que uno estira las últimas copas (*)

Asalta la noche creyendo que no existe mañana

Pero el mañana ya está aquí y busca culpables

Gentiles, inexistentes, como siempre

Frágiles como sueños de papel

Que la lluvia deshace y arrastra a las cloacas

Las miasmas y las partes corrompidas del alma humana

Heredadas de un dios agnóstico

Que jamás creyó en el hombre

LTLG

Numancia - 06/09/2009

(*) Primer verso del poema Habitación de hotel (Hopper) de Cristina Peri Rossi

lunes, 7 de septiembre de 2009

En nuestros trece


El próximo día 16 de septiembre en la Casa del Libro de Alameda de Urquijo, 9, en Bilbao, a partir de las 19 horas:
Presentación del libro,

En nuestros trece

obra elaborada a partir de relatos de los alumnos del Taller de Escritura Creativa Alfa.
Coordinación: Ana Belén Alonso.



Lecturas, comentarios, cuentacuentos.
Pasaos por allí, estáis invitados aunque seáis de lejos. Tal vez por un día consigáis sobrevivir a
vuestras tribulaciones.
En cualquier caso disfrutaréis de un rato agradable.
Merecerá la pena.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Machado..., al azar

"Y ERA EL DEMONIO
DE MI SUEÑO..."

Y era el demonio de mi sueño, el ángel
mas hermoso. Brillaban
como aceros los ojos victoriosos,
y las sangrientas llamas
de su antorcha alumbraron
la honda cripta del alma.

-¿Vendrás conmigo? -No, jamás; las tumbas
y los muertos me espantan.
Pero la férrea mano
mi diestra atenazaba.

-Vendrás conmigo... Y avancé en mi sueño,
cegado por la roja luminaria.
Y en la cripta sentí sonar cadenas,
y rebullir de fieras enjauladas.

sábado, 5 de septiembre de 2009

III Viaje Literario de La Tertulia de La Granja



III Viaje Literario de La Tertulia de La Granja 
5/6 de septiembre de 2009
Destino: Tierra Incógnita

Pronto podréis paladear sus cadáveres exquisitos... 
Paciencia...
La cocción es lenta...

¿Qué es La Tertulia de La Granja?

Responde JMG:

Somos los valedores de una tertulia independiente, animada por un espíritu antropofílico y ecléctico.
Nos interesan las cosas que pasan en los libros, y hablamos sobre ellas. Cosas como ésta:
"La casa entera quiere salir en un temblor de cuerpo como cuando tiembla, a ver quien está toca que toca que toca el puertatambor; las cacerolas caracoleando, los floreros con peso de lana, las palanganas, ¡palangán! ¡palangán!..." ( El Señor Presidente de Miguel Angel Asturias

viernes, 4 de septiembre de 2009

... de Kawakami




"... mi nivel de madurez disminuyó a medida que transcurrían los años. Nunca me he llevado bien con el tiempo."

Hiromi Kawakami


jueves, 3 de septiembre de 2009

Viaje en el tiempo


"En cuanto al rey y al ejército que salieron de Granada al tiempo de la rendición, era una simple comitiva fantasmal de espíritus y demonios a quienes se les permitió tomar aquellas formas para engañar a los reyes cristianos."

Washington Irving

Siempre es posible viajar en el tiempo, basta con desearlo, basta con levantar la mirada y contemplar el firmamento. En el Albaicín, entre teterías y tabernas, la iglesia de San Gregorio abre sus portones a otra época. Entrad al mediodía. Veréis que el altar está aislado de la nave principal por una reja de hierro forjado. De espaldas a los fieles, al otro lado de la reja, cinco monjas ataviadas con hábitos de nieve cantan los misterios gozosos. Sentaos y bajad los párpados, oídlas. No tengáis prisa, recordad que estáis en Granada. Le piden al Señor que ruegue por nosotros. Tened paciencia, acaso lo haga. Allí, entre cirios, humo de incienso y voces de cristal no es imposible creerlo. Abrid ahora los ojos y veréis a vuestra izquierda a una pareja de franceses santiguándose. Bajad los párpados de nuevo. Estáis viajando en el tiempo. Cuando salgáis de San Gregorio, quizá estéis en otra Granada.

martes, 1 de septiembre de 2009

1 de septiembre de 1939

A las 4.45 de la mañana del 1 de septiembre de 1939, los disparos del buque alemán Schleswig-Holstein sobre la base polaca de Westerplatte desataron las cadenas del Horror. 
Aún siguen desatadas.




Al tercer día, unos hombres con uniformes que no supieron reconocer echaron abajo las puertas del refugio y les hicieron salir. La mujer creyó que la luz del sol  cegaría sus ojos después de tantas horas viviendo en un mundo de penumbras. Pero no. No había ningún sol allí. Sólo nubes oscuras, grasientas y sudadas. Eso le pareció. Tuvo la sensación de que la ciudad olía a sudor rancio. Ella no lo sabía, pero los cuerpos quemados con fósforo huelen así. Vio a un grupo de soldados que rodeaba unos cadáveres deformados de una manera aterradora. En algunos seguían titilando llamitas azuladas, otros se habían quemado hasta volverse pardos. Todos yacían retorcidos en un charco de su propia grasa. Un soldado se aproximó a uno de los cuerpos y encendió un cigarrillo con aquel fuego. 

La mujer no pudo vomitar. Su estómago estaba vacío.

Unter den Linden /y 3


"Las coincidencias son una suerte de juego de palabras espiritual"
G.K. Chesterton

Bajo los tilos, frente a la iglesia de Capileira. Dos adolescentes se reconocen y se miran con genuina sorpresa. Una es española, la otra inglesa. Ambas han ido a encontrarse bajo los tilos en este rincón de la Alpujarra. Todo es azar.