Fábrica de escritores Julio Manegat Diario de Girona (21-09-2009)
Mientras los políticos de todos los colores y sobresaltos se dedican a opinar lo contrario sea lo que sea y mutuamente, y mientras los optimismos delirantes, surrealísticamente líricos del señor Rodríguez Zapatero llegan incluso a afirmar que la mayoría de ciudadanos están encantados con la subida de impuestos, uno se contenta con mirar por la ventanilla de la vida exterior que aún le queda, a pesar del bonito farolillo de cola que el país luce para iluminar, es un decir, la oscura noche de nuestra crisis. Ventanilla, ventanilla, ¿qué me dejas ver hoy? Como casi siempre, algo baladí, pequeño grito comercial, invento para ingenuos y vocaciones sin talento. Nada menos, nada más que una preciosa fábrica de escritores, como si no tuviéramos bastante con los que ya tenemos ya los que, en general, se hace poco caso. Y es que remar contracorriente casi nunca sale bien y acaba naufragando lejos de la ansiada costa. (Por otra parte, y dicho sea entre nosotros, uno no pretende ahora emular nuestro presidente del Gobierno en sus eufemismos). Hablaba de una fábrica de escritores. Se trata de que una editorial ha lanzado una colección de libros destinados a los que los adquieren y puedan "escribir la obra de su vida" como un Cervantes o un Shakespeare cualquiera. Se trata de veinte volúmenes dedicados monográficamente a un tema relacionado con la creación literaria. No citaré, por supuesto, todos los títulos de estas obras y me contentaré con unos pocos y singulares ejemplos. Así "Cómo escribir poesía", "Los secretos de la creatividad", "Cómo encontrar tu estilo literario", "Cómo crear emoción en la literatura" o, mi último ejemplo, "Cómo crear personajes de ficción". Y etcétera hasta los aludidos veinte volúmenes. Al margen de esta colección he visto anuncios de cursos similares. Incluso por fascículos, lo más habitual si se entra en cursos de pintura para convertirse en un Velázquez o Rubens. La cosa es fácil. Pero volvamos a la literatura. Es evidente, que todo hay que decirlo y reconocerlo, que estas ofertas para fomentar la creatividad consiguen que los alumnos aprendan a escribir sin faltas de ortografía y algunos, digamos trucos sintácticos, pero crear escritores no depende sólo de técnicas , sino, sobre todo, de un talento natural, de una predisposición que no se sabe de dónde viene, de una capacidad imaginativa, de una sensibilidad especial que por muchas vueltas que se le dé al asunto no se pueden aprender en "textos de formación". Nada hay más cierto que el poeta nace y después se hace. La formación particular, el estudio, la vocación, contribuyen a "hacer" el poeta, pero éste, dicho queda, previamente, debe haber "nacido" poeta. ¿Es posible pensar que cualquier escritor de verdad, bueno o regular, pero escritor con libros en la calle ha sido "fabricado"? El talento, mucho o poco, se tiene o no se tiene, como la imaginación o la sensibilidad, la capacidad creativa y la grandeza o la mediocridad. No sé, para sacar unas gotas de ironía en mi colaboración de hoy, si daría algún resultado organizar cursos para "crear" políticos con mayúscula. Lo digo porque, a la vista están en cada rincón de España, los políticos mediocres se forman solitos, sin ayuda de nadie y sin ni siquiera haber leído El príncipe del florentino Nicolás Maquiavelo.
Supongo que don Julio tiene razón. Creo que en primer lugar está la necesidad de narrar (no sé de dónde viene, quizá sirva negar la muerte. Vano intento, pero hermoso al final) y después el talento, que se tiene o no, y en último término la técnica, que sí se puede aprender.
2 comentarios:
Fábrica de escritores
Julio Manegat
Diario de Girona (21-09-2009)
Mientras los políticos de todos los colores y sobresaltos se dedican a opinar lo contrario sea lo que sea y mutuamente, y mientras los optimismos delirantes, surrealísticamente líricos del señor Rodríguez Zapatero llegan incluso a afirmar que la mayoría de ciudadanos están encantados con la subida de impuestos, uno se contenta con mirar por la ventanilla de la vida exterior que aún le queda, a pesar del bonito farolillo de cola que el país luce para iluminar, es un decir, la oscura noche de nuestra crisis.
Ventanilla, ventanilla, ¿qué me dejas ver hoy? Como casi siempre, algo baladí, pequeño grito comercial, invento para ingenuos y vocaciones sin talento. Nada menos, nada más que una preciosa fábrica de escritores, como si no tuviéramos bastante con los que ya tenemos ya los que, en general, se hace poco caso. Y es que remar contracorriente casi nunca sale bien y acaba naufragando lejos de la ansiada costa. (Por otra parte, y dicho sea entre nosotros, uno no pretende ahora emular nuestro presidente del Gobierno en sus eufemismos).
Hablaba de una fábrica de escritores. Se trata de que una editorial ha lanzado una colección de libros destinados a los que los adquieren y puedan "escribir la obra de su vida" como un Cervantes o un Shakespeare cualquiera. Se trata de veinte volúmenes dedicados monográficamente a un tema relacionado con la creación literaria. No citaré, por supuesto, todos los títulos de estas obras y me contentaré con unos pocos y singulares ejemplos. Así "Cómo escribir poesía", "Los secretos de la creatividad", "Cómo encontrar tu estilo literario", "Cómo crear emoción en la literatura" o, mi último ejemplo, "Cómo crear personajes de ficción". Y etcétera hasta los aludidos veinte volúmenes.
Al margen de esta colección he visto anuncios de cursos similares. Incluso por fascículos, lo más habitual si se entra en cursos de pintura para convertirse en un Velázquez o Rubens. La cosa es fácil. Pero volvamos a la literatura. Es evidente, que todo hay que decirlo y reconocerlo, que estas ofertas para fomentar la creatividad consiguen que los alumnos aprendan a escribir sin faltas de ortografía y algunos, digamos trucos sintácticos, pero crear escritores no depende sólo de técnicas , sino, sobre todo, de un talento natural, de una predisposición que no se sabe de dónde viene, de una capacidad imaginativa, de una sensibilidad especial que por muchas vueltas que se le dé al asunto no se pueden aprender en "textos de formación".
Nada hay más cierto que el poeta nace y después se hace. La formación particular, el estudio, la vocación, contribuyen a "hacer" el poeta, pero éste, dicho queda, previamente, debe haber "nacido" poeta. ¿Es posible pensar que cualquier escritor de verdad, bueno o regular, pero escritor con libros en la calle ha sido "fabricado"? El talento, mucho o poco, se tiene o no se tiene, como la imaginación o la sensibilidad, la capacidad creativa y la grandeza o la mediocridad.
No sé, para sacar unas gotas de ironía en mi colaboración de hoy, si daría algún resultado organizar cursos para "crear" políticos con mayúscula. Lo digo porque, a la vista están en cada rincón de España, los políticos mediocres se forman solitos, sin ayuda de nadie y sin ni siquiera haber leído El príncipe del florentino Nicolás Maquiavelo.
Supongo que don Julio tiene razón. Creo que en primer lugar está la necesidad de narrar (no sé de dónde viene, quizá sirva negar la muerte. Vano intento, pero hermoso al final) y después el talento, que se tiene o no, y en último término la técnica, que sí se puede aprender.
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