Mañana temprano me voy a bajar al huerto, me dice Miguel. Si me acompañas, te regalo unos tomates.
Si no se los han comido los jabalines, bromeo.
Me voy a comprar una ballesta.
¿Dónde tienes el huerto?
Abajo, muy abajo, allá por Pampaneira, responde Miguel. Un paseo.
A la ida. Y un calvario a la vuelta, apostilla Manuel.
Paco regresa de su interior, apura su tinto de verano y dice, sí, muy abajo, allá en la Tierra. Suspira y cierra los ojos. Aquí los muertos siempre se quedan en el cielo. Yo sé dónde moran Munkar y Nankir, los ángeles de la muerte. Ellos examinan los actos de nuestra vida a los pies de la tumba. Y deciden el destino de nuestras almas. A los pies de la tumba.
Manuel se inclina hacia mi hombro y me susurra, ahora nos contará la historia de la última reina de la Alpujarra.
Miro hacia atrás, hacia el barranco y su negrura, y me vuelvo a acomodar, muy despacio. Hago como que no he visto a Munkar y su compañero Nankir.